Gaceta de La Solana
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Colaboraciones
bre a la villa, y con unas generosísimas
escorrentías pluviales que alejaban la
amenaza de enfermedades y pestilen-
cias, la “mutatio” que originó el encla-
ve solanero se benefició de la trama del
cruce entre las vías provenientes de To-
letum, por Consaburam/Consuegra, y
Moroin/Villarta pasando por aquí hacia
el puerto del Cristo del Valle, y desde
allí alcanzando Sálika/Alcubillas para
después dirigirse hacia el Sur –Cózar
y Torre de Juan Abad- por los ásperos
puertos mariánicos –Muradal y del Rey-
y el “Saltus Castulonensis” o de Monti-
zón. Añadamos la vía rápida que por el
puerto de Vallehermoso y Los Palacios,
y proveniente de Levante por Libisosa/
Lezuza y desde el Sudeste por Mentesa/
Villanueva de la Fuente, se conectaba
hacia la submeseta central con las vías
anteriormente citadas, ahorrando así
–y en todas direcciones- una jornada
de camino. Con el beneficio de esta go-
losa ventaja alcanzada, vemos que en el
entramado de los atajos provocado por
nuestro viejo cruce caminero se justifica
definitivamente la presencia de una de
las “ad turres” o torre vigía y su posible
“vicus” o villar aledaño. Si aceptamos,
además, la cercanía de paso por nuestro
enclave del “transitus ex beronibus” o
camino de los Berones (según Tito Li-
vio y recogido por Corchado Soriano),
y de la muy medieval y pecuaria cañada
real conquense, sabremos que la opaca
orfandad de la infra historia solanera,
tal vez no se ilumine del todo, pero…
¡al menos parpadea!
De cómo la sólida trama caminera en
torno a Laminium/Alhambra sopor-
ta y sostiene la urdimbre de indicios,
conjeturas e hipótesis aquí expuestas se
encarga la caminería renacentista que, a
la postre y por boca de todos, es la que
determina la fijación territorial y defini-
tiva de las vías romanas.
Recoge el valenciano Pero Joan Villuga
en su “Reportorio de todos los caminos
de España” de 1546, en el itinerario 52
-“De Ciudad Real a Alicante”-, el viejo
trazado que saliendo de Carcuvium/
Caracuel pasa por debajo de Almagro
y pasado Bolaños, y en alcanzando La
Pardilla, quiebra hacia La Membrilla
y La Solana –declarada pueblo impor-
tante- dirigiéndose después al párvulo
caserío de La Calera y al más mengua-
do de El Allozo, dejando de sosquín al
sur y al norte a Alhambra y a La Ossa,
y fluyendo en dirección a El Bonillo
para dirigirse posteriormente a Lezuza,
la foroaugustana Libisosa de los vasos
Apolinares.
Pueblo importante y pasajero
Enmienda y mejora, el correo real
Alonso de Meneses en su “Reportorio”
de 1576, el itinerario de Villuga, conce-
diendo a La Solana, de nuevo, estatus
de pueblo importante y pasajero. Es-
tatus que los propios solaneros se auto
atribuyen en la respuesta a la pregunta
55 de las Relaciones Topográficas de
Felipe II en 1575. Aunque en referencia
a la otra Vía, aquella que viniendo por
Puerto Lápice y Villarta alcanza Venta
Quesada y de allí enlaza con nuestro
pueblo para dirigirse por el valle de El
Cristo y el camino de Alcubillas a Cózar
y Torre de Juan Abad, quedando ésta
expedita para franquear los puertos de
Sierra Morena.
Nos vuelve el murciano y pintores-
co personaje Ambrosio de Salazar -en
1612 y desde París-, en su “Almone-
da… y Guía de Caminos de España”, a
certificar la primogenitura y presencia
de La Solana en la caminería hispánica
tardo renacentista; y lo hace apostando
por la refundición de todos los haces
de caminos por entonces conocidos. Y
les añade -al comienzo de la relación de
cada uno de sus itinerarios- el término
“carrera”… Resulta que éste viene del
latín: carraria, de carrus, o paso de ca-
rro, y que en nuestro D.R.A.E se define
como camino real o carretera; o calle
que antes fue camino. ¡Y nosotros tene-
mos una calle de la Carrera que cruza
el pueblo de lado a lado! Pues bien, el
tal Ambrosio nos da, sin duda, un alda-
bonazo más para la confirmación y el
asentamiento de aquella vieja “mutatio”
romana que supuestamente se originó
en un cruce de nuestros caminos. No
sé, pero por si acaso… ¡Pongamos que
hablo de La Solana!
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Jesús VELACORACHO JAREÑO
Arco del Convento