Gaceta de La Solana
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Nuestra Historia
1935: Fuego en las eras de Santa Ana
El histórico incendio provocado por un hombre que se valió de un pájaro
P
aulino
S
ánchez
D
elgado
(Cronista Oficial de la Villa)
E
l uno de agosto de 1935 faltaba
menos de un año para que Es-
paña ardiera de norte a sur en
aquella
guerra incivil
que comenzó la
tarde del 17 de julio de 1936, aunque
oficialmente se diga que lo hizo el 18.
Aquel primer día del octavo mes del 35
comenzó un incendio en La Solana que
afectó a la economía de la localidad y
llenó titulares de periódicos.
Unos días antes, la Comisión de Fes-
tejos que debía organizar la feria fue
nombrada en un pleno celebrado el 17
de junio. La formaba el primer teniente
de alcalde, Pedro Luna, y los concejales
Juan de Mata Marín y Adelín del Rey.
Un mes después, esa misma Comisión
proponía al Pleno declarar días inhábi-
les el 25, 26 y 27 de julio. Igualmente,
solicitaba autorización para adquirir
los focos y bombillas necesarias para
el alumbrado y pedía algunos jornales
para la limpieza de los terrenos donde
habían de colocarse las casetas y espec-
táculos de feria, tanto en la plaza como
en las calles contiguas y el señalado para
el Circo Cortés.
Estas eran las proposiciones para el di-
vertimento en esa última feria en paz,
que debía ser austera. La Comisión
“no
propone ningún festejo oficial en atención
a la situación económica del Municipio”.
LA FERIA EN LA PRENSA
PROVINCIAL
El periódico provincial El Pueblo Man-
chego hablaba de esa feria como
“de
mayor animación que la anterior”
. Y ex-
ponían los motivos:
“…en primer lugar
la cuestión económica aparece resuelta al
fin por la cosecha, que si no es abundan-
tísima, al menos se puede decir de ella lo
que el adagio dice, nunca peor y mejor
eran
“figuras cumbre de la novillería es-
pañola”
. No obstante, la mayor novedad
del año era
“la afluencia de forasteritas
guapas y que con las simpáticas solane-
ras contribuirán a dar esplendor a todos
los actos con su presencia”
. Para muchos,
esta feria sería la última de su vida. Para
otros, las siguientes ya no volverían a
ser como esa y las anteriores. Entre una
y otra transcurriría una guerra y sus se-
cuelas.
GASTOS DE CASETAS
E ILUMINACIÓN
Las cuentas municipales nos ofrecen
datos sobre los gastos de la feria de 1935.
El 2 de septiembre se abonaban a Julián
Carretero
“CIEN PESETAS como gastos
de transporte de las maderas empleadas
en la construcción de las casetas de la feria
de Santiago”.
Otras 75 pesetas le pagaron
el 2 de septiembre a Javier Serrano y José
Antonio Ovelar. Al primero 38,75 y al
segundo 40 como
“pago de jornales in-
vertidos en la colocación de las casetas de
la feria de Santiago y desmontarlas”
. Con
la misma fecha se abonaban a Ferretería
Las Dos Llaves, de Manzanares, 86,309
pesetas por una factura de lámparas para
el alumbrado de la feria. En concreto, 10
Súper Argón de 150 vatios, 16 de la mis-
ma marca de 60/150 vatios y 2 de metal
argón de 100/150.
Portada del Pueblo Manchego tras el incendio de 1935
La Comisión de Festejos
que debía organizar la feria
fue nombrada en un pleno
celebrado el 17 de junio
cuando Dios quiera, de ahí que el capital
retraído hasta la fecha, se ha moviliza-
do y dado vida a un pueblo que desde
hace cuatro años parecía no tenerla…”.
En cuanto a las perspectivas de la feria,
la crónica añadía lo siguiente:
“no es de
extrañar que para estos días contemos
con cine, teatro, tres circos, corridas de
toros, más las diversiones propias como
son las barcas, norias, tren, desconoci-
do en este pueblo hasta el presente año
y otras varias…”.
Sobre toros, se informaba del cartel, en
el que figuraban Palomino, Niño de la
Estrella y Frutitos, que según el diario