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Gaceta de La Solana
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Reportaje
G
Sí quiero… pero menos
La difícil coyuntura económica y social que atravesamos ha provocado una merma considerable en el número de
parejas que deciden formalizar su relación con el matrimonio. También en La Solana. Nuestros jóvenes continúan
prometiéndose amor eterno, pero dar el “sí quiero” precisa, en muchas ocasiones, unas circunstancias más
idóneas para abandonar el nido familiar y volar por sí solos.
abriel
J
aime
E
l desempleo se ha convertido en
la principal traba para pasar por
vicaría. Los solaneros se casan
menos que antes, de acuerdo con la
tendencia general en España. La esta-
bilidad laboral de al menos uno de los
cónyuges resulta vital para vivir en pa-
reja. Si no trabaja ninguno, la boda se
convierte en una utopía ó en poco me-
nos que un sueño a largo plazo.
De este modo, los pretendientes alar-
gan sus noviazgos, subiendo la edad
media de los futuros contrayentes y re-
duciendo el tiempo fértil de las mujeres
durante el matrimonio. En este último
punto, el Instituto Nacional de Esta-
dística (INE) indica que el descenso de
los nacimientos se debe a una menor
fecundidad, con una caída del número
de hijos por mujer y a la progresiva
reducción del número de hembras en
edad fértil. El número de nacimien-
tos en España, que alcanzó el máximo
de los últimos 30 años en 2.008 con
519.779, no ha parado de reducirse
desde entonces. A medida que la crisis
económica avanzaba, llegó a acumu-
lar una bajada de casi trece puntos en
los últimos cuatro años. La progresiva
reducción del número de mujeres en
edad fértil está en caída desde 2.009
porque se trata de generaciones menos
numerosas, nacidas durante la crisis
de natalidad de los 80 y principios de
los 90, mientras que el número medio
de hijos por mujer también ha expe-
rimentado un descenso hasta llegar a
1,32 en 2.012.
Estos guarismos de baja natalidad,
unidos a un ascenso de fallecimientos
del 4,6% (el mayor incremento anual de
la década según el INE) han provocado
que descienda por primera vez en diez
años la esperanza de vida, fijada ahora
en 82,2 años.
En cuanto a bodas, España está a la
cola de la UE con 3,4 matrimonios por
cada mil habitantes, en la línea de países
también latinos como Portugal o Italia,
por debajo de la media situada en el 4,4
por ciento (datos de Eurostat). Sólo en
Bulgaria, Luxemburgo y Eslovenia se
casa menos gente que nuestro país, por-
centualmente. Por cierto, el número de
divorcios también ha aumentado, sobre
todo en España, en donde se pasó de 0,9
de divorcios a 2,2 casos por cada mil ha-
bitantes de 2000 a 2011.
Dicha batería de datos nos parecía
apropiada para introducir este reportaje
en GACETA, ya que, aunque no es im-
prescindible casarse para tener hijos, la
descendencia está muy ligada al matri-
monio en un porcentaje muy elevado.
Evolución de las bodas
en La Solana
El número de bodas, canónicas ó ci-
viles, celebradas en La Solana ha expe-
rimentado ciertos altibajos en lo que
llevamos de siglo. De 2.000 a 2.012 se
han contabilizado un total de 1.030
uniones, haciendo una media de 79,2
matrimonios al año. El record máximo
se registró en el año 2.006 con 105 ca-
samientos, mientras que en 2.011 hubo
sólo 40 enlaces.
El siglo XXI arrancó con 76 alianzas
en nuestra localidad, subiendo al año
siguiente a 101 (segundo año en el
ranking), manteniéndose la media has-
ta 2.006. Un año después, el número de
maridajes cayó hasta 74, repuntó otra
vez en 2.008 con 84 uniones y volvió a
disminuir posteriormente en una línea
claramente bajista, y lo que es peor, por
debajo de la media. Esta caída impara-
ble en el número de enlaces coincide
plenamente con el punto álgido de esta
complicada etapa económica.
El 85,54% de los casorios solaneros
registrados en lo que va de siglo se han
celebrado por la iglesia, mientras que se
contabilizaron un total de 149 enlaces
civiles, el 14,46% restante. La tendencia
de matrimonios que formalizan su rela-
ción sólo a través del juzgado también
se va asentando desde que comenzó el
siglo, siendo otra opción elegida por
muchas parejas. Algunas bodas civiles
coinciden con las segundas nupcias de
los contrayentes, y en otros casos, se
trata de normalizar ó regularizar la si-
tuación de parejas que ya vivían juntas.
Boda solanera de antaño en Salones Bernardino.
La crisis ha reducido esta imagen.
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