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Gaceta de La Solana

58

Colaboraciones

L

as Órdenes Militares surgieron en

Tierra Santa tras la conquista de

Jerusalén por las tropas cristianas

el año 1099. Estaban formadas por una

mezcla de monjes y caballeros, con dos

misiones básicas: asistencial y hospita-

laria para proteger y atender a los pere-

grinos cristianos en Tierra Santa, y mi-

litar, en defensa de los Santos Lugares.

En España, tras la conquista de Toledo

a los musulmanes por Alfonso VI en el

año 1085, La Mancha fue un territorio

fronterizo, una tierra de nadie donde

los dos contendientes se observaban y

ocupaban posiciones estratégicas, den-

tro de un gran vacío demográfico. Esta

frontera abierta, hizo que durante déca-

das los límites no estuvieran claramente

definidos, y fuera necesaria la presencia

de fuerzas militares móviles que impi-

dieran las incursiones enemigas. Ante

tal situación surgieron las Órdenes Mi-

litares españolas, con un doble carácter,

militar y religioso.

La Orden de Calatrava nació en 1158,

formada por los caballeros que acudie-

ron al llamamiento del abad Raimundo

de Fitero para defender la fortaleza de

Calatrava. La Orden de Santiago surgió

en 1170, como cofradía que pronto se

convirtió en una milicia de caballeros,

radicada en la ciudad de Cáceres. El

año siguiente tras un acuerdo con el

arzobispo de Santiago, tomó el nombre

del apóstol. La de Calatrava era una

orden cisterciense que se regía por la

regla de San Benito, más severa, mien-

tras que la de Santiago lo hizo desde sus

orígenes por la de San Agustín.

La aportación de las Órdenes Militares

en las operaciones militares de conquis-

ta del territorio y sobre todo en la batalla

de Las Navas de Tolosa, provocó que re-

cibieran importantes donaciones de los

reyes castellanos, que de esa forma se

aseguraban su implicación en la repo-

blación de amplias zonas, ganadas a los

musulmanes.

La presencia de varias Órdenes en la

misma zona provocó un conflicto de lí-

mites al no estar el territorio claramente

delimitado, dando lugar a numerosas

disputas que se solucionaron mediante

la firma de acuerdos, los cuales influ-

yeron en la población del territorio y la

situación geográfica de las actuales po-

blaciones.

Las Órdenes de Santiago y Calatrava

firmaron su acuerdo de límites el 4 de

septiembre de 1239, en Membrilla, de-

limitando de forma pormenorizada los

territorios pertenecientes a cada una.

El mojón situado más al sur estaba en

la Torre de Alver (Jaén), en las proximi-

dades de Aldeaquemada, estando los si-

guientes hacia el norte en Monteagudo,

y un punto situado en la mediana de los

castillos de Salvatierra y Eznavexore. Un

nuevo mojón se ubicó en la Fuente del

Puerto de Perales (Baños del Peral), y

desde ese punto, la demarcación fron-

teriza se dirigió en línea recta hasta la

Argamasiella de Pilas Bonas y el pozo

del Ciervo.

La firma del acuerdo de límites de

1239 fue el punto de partida para la re-

población de los territorios calatravos y

santiaguistas, teniendo una influencia

básica en la localización de las nuevas

poblaciones que se fundaron, que en

ocasiones sustituyeron a otras existen-

tes con anterioridad, las cuales acaba-

ron siendo abandonadas.

Cuando se firmó el acuerdo, la Orden

de Santiago tenía una población impor-

tante en la misma frontera, Membrilla,

dotada de castillo e iglesia. Sin embar-

go, la población más próxima a la fron-

tera que tenía la Orden de Calatrava era

Moratalaz, situada a más de una legua y

con escasa población, lo que hacía difícil

que desde ella se pudieran controlar los

territorios limítrofes. Por ello, la Orden

de Calatrava se vio en la necesidad de

levantar un castillo justo a un kilómetro

de la línea divisoria, a cuyo calor nació

Manzanares. Más al sur, había peque-

ños enclaves de población, Aberturas y

Corralrubio del Jabalón, contando este

último con iglesia en 1245. En la segun-

da mitad del siglo XIII surgió un nuevo

poblamiento, Valdepeñas, favorecido por

su buena comunicación, la existencia de

tierras fértiles y abundancia de agua en

sus alrededores, así como de piedra ca-

liza más favorable para la construcción

de edificios, junto a su proximidad al

enclave fronterizo con la Orden de San-

tiago del Puerto del Peral.

En la segunda mitad del siglo XIII y,

sobre todo, en el XIV se llevó a cabo un

política de “congregare populationem”,

que promovía la concentración de la po-

blación en núcleos fuertes y dotados de

ciertas infraestructuras, en detrimento

de los enclaves aislados y en declive,

lo que propició que la población de las

zonas calatravas limítrofes con la Or-

den de Santiago se fuera concentrado.

Al mismo tiempo que se expandía Man-

zanares, se despoblaba Moratalaz; igual

sucedió en Valdepeñas, con la desapari-

LAS ÓRDENES DE SANTIAGO Y CALATRAVA

LÍMITES Y POBLAMIENTO

Carlos Fernández Pacheco