Gaceta de La Solana - Nº 242 - page 22

Gaceta de La Solana
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Entrevista
“Sólo Europa puede evitar la independencia
de Cataluña, y no lo hará”
A
urelio
M
aroto
E
s solanero, y se siente como
tal. Pero también se siente
catalán. Nada extraño
cuando uno lleva medio siglo
en una tierra distinta a la que
nació, pero que tampoco pierde
la esencia de su génesis biológica.
La Solana, La Mancha, le vio abrir
los ojos, pero Cataluña le ha dado
mucho. Son dos amores, sí, pero
perfectamente compatibles. Se
llama Jesús Velacoracho Jareño,
recio intelectual y pluma brillante,
historiador y conferenciante. Un
conocedor profundo de las tripas de
la sociedad catalana, en suma.
GACETA ha hablado con él a propósi-
to de un tema recurrente y preocupante
a partes iguales: el nacionalismo catalán
y su deriva independentista. He aquí su
visión, tan sincera como implacable.
PREGUNTA: ¿Después de tanto
tiempo en Cataluña, cuánto tienes
de catalán?
RESPUESTA: Supongo que mucho
más de lo que manifiesto y menos de lo
que claramente se me adivina y nota.
El devenir de la vida en convivencia es
obstinado y queramos o no imprime ca-
rácter.
P: ¿Y cuánto de queda de manchego
y de solanero?
R: Comparto con Max Aub la sólida
creencia de que somos más de donde es-
tudiamos el bachillerato que de donde
nacemos. Difícilmente hubiera podido
ejercer de manchego convencido sin ha-
ber conocido La Solana en mi adolescen-
cia de bachiller.
P: Supongo que se puede ser ambas
cosas a la vez, ¿verdad?.
R: Estoy convencido de que sería lo de-
seable. Y para mí no comporta un esfuer-
zo adicional. Siento a Cataluña, íntima
y cercana, casi propia. Lamentablemente
el radicalismo, el fanatismo mesiánico y
los adictos al cretinismo histórico opinan
lo contrario.
P: ¿Hay razones para que un
catalán se sienta molesto con el
Estado? ¿Cuáles? ¿Son suficientes
o hay detrás algo más?
R: Afirmativo y por muchos y justifi-
cados motivos. Económicos, lingüísticos,
culturales, de comprensión, de aproxi-
mación… Aunque palpita en muchos -de
forma natural y haga el Estado lo que
haga- el aliento y la simpatía separatista.
P: ¿Quién o quiénes alientan
ese separatismo? ¿Cómo y quien
fomenta el odio a lo español?
R: Ahora, cualquier institución. Está de
moda ser separatista y antiespañol. An-
tes se afanaban con denuedo el Ómnium
Cultural, la iglesia autóctona, TV3, els
“instituts d`estudis catalans” de todas
las comarcas; y ahora, además, los pe-
riódicos y sueltos de ámbito catalán y…
el Barça!
P: Los primeros que deben
entenderse son los políticos, y al más
alto nivel. ¿Qué están haciendo mal,
unos y otros?
R: Mira, ahora padecemos en Cataluña
un evidente raquitismo de Estado -que
en nada ayuda-, y unos pocos años atrás
sufrimos un alarmante cretinismo de Es-
tado. Zapatero, dando carta blanca a un
inconsistente Maragall, abrió la caja de
Pandora. El suscrito “Estatut” actual es,
además de una pésima constitución ca-
talana, una declaración de intenciones…
separatista!
P: ¿No será que el resto de españoles
también criticamos mucho todo lo
catalán? ¿Tienen razones para
sentirse poco queridos?
R: Los catalanes tienen notables virtu-
des que los hacen sentirse valiosos y sin-
gulares. El no reconocimiento y aplauso
de sus valores y singularidades se con-
vierte en victimismo y queja permanen-
te que les da y quita la razón al mismo
tiempo.
P: ¿Tiene algo que ver la famosa
expresión “la pela es la pela” en todo
esto? ¿Tú me entiendes…?
R: Te entiendo, y sí pero no. Cualquiera
que no viva allí pensaría en ejercicios de
politiqueo –sacando pecho y músculo-
para así mejorar la tajada del reparto y
sus condiciones. No va por ahí. Es un de-
safío incluso corriendo el riesgo de sufrir
un severo descalabro económico.
P: Vamos al grano, ¿se puede ser
catalán y español a la vez en la
Cataluña actual? ¿Qué “peaje”
hay que pagar por ello?
R: Se puede, pero con la condición de
que obligatoriamente sepas catalán. A
nivel institucional y oficial el castellano
está proscrito. Es verdad que en la calle se
practica el bilingüismo, pero el encercado
y acoso de éste es evidente. Sólo los fun-
cionarios beatíficos y los iluminados por
el radicalismo no lo contemplan.
P: ¿Ha empeorado esta situación
de poco a esta parte?
R: Mucho, lo que era un runrún mono-
corde y a sottovoce hace sólo cinco años,
es ahora un coro trompetero y trepidante,
orquestado por los voceros de los periódi-
cos que aportan día tras día la consigna
establecida. Están muy bien pagados.
P: ¿Podrías poner algún ejemplo
concreto y fácil de entender que
demuestre esa “persecución” hacia
lo español y hacia el que se siente
español?
R: No hablaré de los toros, banderas,
ni del desprecio a cualquier signo visible
de españolidad. Te pondré un ejemplo.
Como me gusta escribir, quise partici-
par en un concurso literario que orga-
niza el ayuntamiento en donde resido.
Se me espetó que la lengua del concurso
era la propia de la nación catalana y
que si me empeñaba se ofrecían a tra-
ducirme.
P: Hay muchos solaneros en
Cataluña. ¿Cómo se sufre el
independentismo en una ciudad
como Barcelona, respecto a un
pueblo como, digamos, Riudoms?
R: Barcelona es una gran ciudad, atil-
dada, multicultural, moderna y bastante
refractaria al magma nacionalista. Aun-
que se notan los síntomas del virus, aún
la presión es soportable. Riudoms es, por
el contrario, la otra cara de la moneda.
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