Gaceta de la Solana Nº 243 - page 51

Gaceta de La Solana
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Nuestra historia
da que por el puerto de Vallehermoso
y Los Palacios, y proveniente de Levante
por Libisosa (Lezuza) y desde el Sudeste
por Mentesa (Villanueva de la Fuente),
se conectaba hacia la submeseta central
con las vías anteriormente citadas, aho-
rrando así –y en todas direcciones- una
jornada de camino. Con esta golosa ven-
taja, vemos que en el entramado de los
atajos provocado por nuestro viejo cruce
caminero se justifica definitivamente la
presencia de una de las “ad turres” o torre
vigía y su posible “vicus” o villar aleda-
ño. Si aceptamos, además, la cercanía de
paso por nuestro enclave del “transitus
ex beronibus” o camino de los Berones
(según Tito Livio y recogido por Cor-
chado Soriano), y de la medieval y pe-
cuaria cañada real conquense, sabremos
que la opaca orfandad de la infra historia
solanera, tal vez no se ilumine del todo,
pero… ¡al menos parpadea!
De cómo la sólida trama caminera en
torno a Laminium (Alhambra) sopor-
ta y sostiene la urdimbre de indicios,
conjeturas e hipótesis aquí expuestas
se encarga la caminería renacentista,
que determina la fijación territorial y
definitiva de las vías romanas. Reco-
ge el valenciano Pero Joan Villuga en
su “Reportorio de todos los caminos
de España” de 1546, en el itinerario 52
-“De Ciudad Real a Alicante”-, el vie-
jo trazado que saliendo de Carcuvium
(Caracuel) pasa por debajo de Almagro
y pasado Bolaños, y en alcanzando La
Pardilla, quiebra hacia La Membrilla
y La Solana –declarada pueblo impor-
tante- dirigiéndose después al párvulo
caserío de La Calera y al más mengua-
do de El Allozo, dejando de sosquín al
sur y al norte a Alhambra y a La Ossa, y
fluyendo en dirección a El Bonillo para
dirigirse posteriormente a Lezuza.
Enmienda y mejora, el correo real
Alonso deMeneses en su “Reportorio” de
1576, el itinerario de Villuga, concedien-
do a La Solana, de nuevo, estatus de pue-
blo importante y pasajero. Estatus que los
propios solaneros se auto atribuyen en
la respuesta a la pregunta 55 de las Rela-
ciones Topográficas de Felipe II en 1575
aunque en referencia a la otra Vía, aquella
que viniendo por Puerto Lápice y Villar-
ta alcanza Venta Quesada y de allí enlaza
con nuestro pueblo para dirigirse por el
valle de El Cristo y el camino de Alcubi-
llas a Cózar y Torre de Juan Abad, que-
dando así ésta expedita para franquear a
voluntad los puertos de Sierra Morena.
Nos vuelve el murciano y pintores-
co personaje Ambrosio de Salazar -en
1612 y desde París-, en su “Almoneda…
y Guía de Caminos de España”, a certi-
ficar la primogenitura y presencia de La
Solana en la caminería hispánica tardo
renacentista; y lo hace apostando por la
refundición de todos los haces de cami-
nos por entonces conocidos. Y les añade
-al comienzo de la relación de cada uno
de sus itinerarios- el término “carrera”…
Resulta que éste viene del latín: carraria,
de carrus, o paso de carro, y que en nues-
tro D.R.A.E se define como camino real
o carretera; o calle que antes fue camino.
¡Y nosotros tenemos una calle de la Ca-
rrera que cruza el pueblo de lado a lado!
Pues bien, aunque el murciano sea un su-
jeto de muy discutible cordura histórica,
el tal Ambrosio nos da, sin duda, un al-
dabonazo más para la confirmación y el
asentamiento de aquella vieja “mutatio”
romana que supuestamente se originó
en un cruce de nuestros caminos. No sé,
pero por si acaso… ¡Pongamos que hablo
de La Solana!. *
Jesús VELACORACHO
Barcelona noviembre 2013
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