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vino. Eso tenemos que corregirlo. Tam­

bién nos falta saber vender mejor. Si le

enseñamos nuestro vino a un importa­

dor y le decimos que vale 3 euros nos

dice que tienen el mismo por 1,50. Al

nal, se lo vendes por 1,40.

¿A lo mejor no valoramos de verdad

nuestra fuerza?

Totalmente. Nuestros vinos son bue­

nos y no nos lo creemos. Salimos a

vender con complejo de inferioridad.

Se nos llena la boca con que somos el

mayor viñedo del mundo pero luego no

sabemos venderlo al precio que mere­

cen nuestros vinos.

De hecho, vendemos granel que en

Francia, Italia o incluso Alemania, que

luego revenden…

Eso es. Mandamos mucho vino que

ellos embotellan, preparan y después

venden a países que deberían ser nues­

tros clientes directos. Y encima nos ha­

cen competencia.

Y China, por ejemplo, ¿cómo es ese

mercado?

Allí van a una velocidad de vértigo en

desarrollo y crecimiento. Hay ciudades

que crecen a un 11 por ciento, una barba­

ridad, aunque el gobierno chino también

ha hecho recortes. Antes había miles de

importadores con contactos en el Partido

Comunista y así vendían vino, general­

mente para regalo. Eso ha cambiado.

Un mercado distinto y una forma de

ser también distinta ¿no?

Somos la noche y el día. Pensamos y

actuamos de manera distinta. Negociar

con un chino requiere mucha paciencia.

Buscan con anza y quieren conocerte

en profundidad. Son hospitalarios hasta

el extremo, tienes que aguantar comidas

eternas y luego ir al karaoke, que les en­

canta. Los chinos son tan buenos nego­

ciando porque te cansan, literalmente, y

acabas rmando casi por extenuación.

De China pasamos a Japón. ¿Muy

distintos también?

Totalmente. Ningún pueblo me ha

llamado más la atención. Son educa-

Entrevista

dos hasta el extremo, casi en exceso.

Son reservados, inexpresivos, pero

muy formales. Lo que acuerdes va a

misa.

¿Es una ventaja que aprecien tanto la

cultura española?

Les encanta nuestro país y nos admi­

ran. Eso es una ayuda a la hora de nego­

ciar, aunque siempre que vean que eres

un tío serio.

Y en EEUU…

Es la gente más directa que hay. Van al

grano y no pierden el tiempo. Para ellos,

el tiempo es oro. Es lo que más me gus­

ta de los americanos. Te dicen rápido se

les interesa tu producto o no.

¿Qué llevas peor de los viajes?

Cuando llego al hotel y me veo solo.

Durante el día, trabajando, no va mal la

cosa, pero meterme en la habitación y

hablar por teléfono con tus hijos… He

derramado muchas lágrimas.

¿Tienes claro que aún te queda cuer­

da en esta vorágine?

Lo que tengo claro que es los chinos o

los japoneses no van a venir a mi bode­

ga a rmar los contratos. Si Mahoma no

va a la montaña… Pero quiero ir levan­

tando el pie del acelerador.

Gaceta de La Solana

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