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Gaceta de La Solana

Ha sido noticia

Teatro de verdad

E

s difícil resumir en unas pocas lí­

neas la experiencia acumulada en

los catorce años que lleva funcio­

nando el taller de teatro del Centro Ocu­

pacional “Virgen de Peñarroya”. Pero sí

es fácil, e inevitable, decir que la expe­

riencia ha sido buena, excelente, incon­

mensurable.

Entre los objetivos originales del ta­

ller, el aspecto dramático era secunda­

rio. No se pretendía hacer teatro por el

simple placer de hacerlo, sino que se

anteponía al posible montaje de fin de

curso la práctica de elementos más

cotidianos y posiblemente necesarios

como las habilidades sociales, las téc­

nicas de comunicación, la expresión

oral y corporal o la creación de una

actividad lúdica extraescolar que diera

variedad al tiempo de ocio. Sin embar­

go desde ese primer año 2003, con el

montaje “El rapto de Perséfone” nos

dimos cuenta todos (participantes, mo­

nitores y personal del centro) que el

teatro había surgido como una flor en

el desierto y había que seguir regándola

para que floreciera año tras año. Y vaya

si seguimos floreciendo pues después

llegaron títulos tan de verdad como el

primero: “La isla de las voces” (2004),

“El Quijote” (2005), “Ni se muere padre

ni cenamos” (2006), “El fantasma de

Canterville” (2007), “Fausto” (2008), “El

orfanato” (2009), “Blancanieves y los

siete morceguiles” (2010), “Sueño de

una noche de verano” (2011), “Piedra,

papel o tijera (Váter Nóster)” (2012), “El

grito” (2013), “Cinco horas con Aman­

cio” (2014), “Paté de setas” (2015) y

por último “La procesión (va por den­

tro)” (2016).

Los inicios no fueron fáciles. Recuer­

do mi temor y nerviosismo en el primer

encuentro con el grupo. No sabía cómo

enfocar el taller. Mi experiencia como

monitor era escasa y mi trabajo previo

con personas con capacidades diferen­

tes nulo. En las primeras sesiones de

2003 sondeé a los participantes sobre

su experiencia teatral, intentando hacer­

me una composición de lugar. Y algunos

recordaron haber actuado, hacía años,

como mariposas o elefantes o golondri­

nas. Pero aquello era teatro de niños y

para niños; que está muy bien, pero…

ellos no eran niños. Además, no enten­

día que siendo mariposas o elefantes o

golondrinas pudiéramos trabajar las ha­

bilidades sociales o las técnicas de co­

municación, pues de poco nos servirían

para transmitir sensaciones y sentimien­

tos humanos. Así que tomé la decisión

que aquel año haríamos teatro sin mari­

posas ni elefantes ni golondrinas. Haría­

mos teatro de adultos y para adultos, al

mismo nivel escénico que cualquier otro

grupo de teatro.

Conforme se fueron desarrollando los

ensayos de esa primera obra, me llega­

ron de los chicos comentarios inseguros

y nerviosos que aún recuerdo con nitidez:

“¡Que no vamos a hacer de animales,

que vamos a ser personas!”. Y el comen­

tario que más me impactó, incluso antes

de ver representada la obra fue: “¡Esto

es teatro de verdad!”. Nadie olvidará al

príncipe feliz igual que nadie olvida su

primer beso, pero interpretar a Zeus o

Perséfone, don Quijote o Sancho, Fausto

o Melinda, Oberón o Titania, Amancio o

su viuda Carmela, los hermanos siame­

ses Paco o Pepe o pertenecer a todo un

coro griego de musas o a una tribu de

indígenas caníbales o a una caterva de

piratas o a una excursión de japoneses

enamorados del arte… eso es harina de

otro costal.

Los textos también han ido evolucio­

nando. Han crecido en extensión y las

historias en complejidad de trama y ar­

gumento. Las que más satisfacciones

me han dado han sido aquellas origina­

les del grupo. Y digo “del grupo” pues en

muchos casos el desarrollo de la idea ha

sido fruto del trabajo de todos. A través

de improvisaciones, tormentas de ideas,

juegos de rol han surgido muchos perso­

najes y situaciones que han dado origen

a las obras que se han visto en el esce­

nario.

Cuando miro atrás y veo el reguero de

obras escritas y estrenadas me siento or­

gulloso del trabajo que me han “obliga­

do” a hacer. No sé si hubiese sido capaz

de escribir todas las obras mencionadas

(y algunas no estrenadas) de no haber

estado de por medio el taller. Mi expe­

riencia como autor en estos catorce años

me ha hecho madurar y conseguir textos

más redondos, historias más completas

y personajes más reales.

Y la experiencia del grupo también ha

aumentando. Me resulta más fácil di­

rigirlos y a ellos más fácil interpretar.

Desde las eternas sesiones de graba­

ción de aquellos primeros textos hasta

las razonablemente cortas de ahora hay

un trabajo y un aprendizaje incansables.

Desde llenar a duras penas el auditorio

de la Casa de la Cultura hasta abarrotar

el patio de butacas del Tomas Barrera, el

taller lúdico se ha convertido en un fe­

nómeno social. Desde los cinco meses

de ensayo del principio a los tres que

ahora necesitamos, hemos aprendido a

hablar, a comunicarnos, a decir lo que

queremos, a expresar emociones sobre

un escenario, que ya es difícil, y en la

vida real que lo es todavía más. Y todo

eso no es otra cosa que aquel objetivo

terapéutico original, pero envuelto en un

aroma inconfundible y maravilloso a tea­

tro. A teatro de verdad.

Antonio García-Catalán Barchino

Elenco de la última obra estrenada en mayo

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