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Gaceta de La Solana

8

Ha sido noticia

El comentado árbol de Navidad en la plaza.

Una niña mira complaciente al rey Gaspar.

El debate agigantó

el

pequeño árbol

A

urelio

M

aroto

D

esde luego, nunca

un árbol de Navidad

dio tanto de sí, sobre

todo teniendo en cuenta su

reducido tamaño. Para bien o

para mal, fue la comidilla de

los solaneros durante las pa-

sadas pascuas. Un debate que

se extendió a tertulias de ba-

res y redes sociales, cada cual

con más o menos virulencia

en sus críticas, o en sus defen-

sas. Pero fue curioso cómo un

simple abeto de pega provocó

tanto revuelo. Curioso y tal

vez pueril, según se mire, te-

niendo en cuenta los proble-

mas reales, no estéticos, que

nos acechan.

Pero el ya famoso árbol

dejó estela. Festejos decidió

colocarlo en mitad de la pla-

za, un lugar quizás demasia-

do grande para un ornamen-

to tan “pequeño”. “Ha sido

uno de los árboles más retra-

tados de España” –declaró

el concejal, Luis Romero, en

su defensa-. Desde luego, no

se quedó corto. Pero habló

de razones económicas. Pre-

guntaron por uno que cos-

taba 7.500 euros. Al final, se

optó por este, que valió 450.

Sea como sea, es muy posi-

ble que tanto revuelo convir-

tiera el “pequeño” árbol en el

“gran” árbol. Más pequeño

era Torrebruno y miren dón-

de llegó.*

La mirada de los Reyes

Y

montaron sus tro-

nos frente al ár-

bol de la plaza, el

mismo que ha sido objeto

de tantos comentarios. Sus

Majestades de Oriente, aje-

nos a cualquier polémica,

depositaron sus reales posa-

deras allí, dispuestos a sentar

sobre sus regazos a los niños

y niñas de La Solana. Éstos, a

caballo entre la emoción y la

sorpresa, miraban con ojos

de plato el rostro de Mel-

chor, Gaspar y Baltasar. En

los días previos, una cartera

real había recibido cientos

de cartas en la biblioteca

municipal.

El encuentro de los chi-

quillos con los viejos Ma-

gos llegados de Oriente

fue el epílogo a la cabal-

gata de Reyes. Un desfile

lleno de colorido gracias al

apoyo de las asociaciones,

en estrecha colaboración

con Festejos. Una docena

de carrozas acompañaron

el regio cortejo, siempre

entre una multitud agol-

pada en las aceras. Los

caramelos llovieron por

doquier y los chiquillos, y

también muchos adultos,

se afanaban en recogerlos.

Algunos como si no hu-

biera mañana. Es la tradi-

ción. La Real tradición.*