Gaceta de La Solana
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El Tema
do y la fluidez regresó a los sinfines. Atrás
quedaron las aglomeraciones de tractores
con remolques hasta arriba colapsando las
entradas de bodegas y cooperativas.
La cooperativa Santa Catalina anunció
en esos días que cogería toda la uva que
pudiera, llegara en el estado que llegara.
Era la mejor forma de tranquilizar a sus
socios, nerviosos por razones obvias.
Lo peor había pasado. La cooperativa
no tenía previsto cerrar en ningún mo-
mento, y así se dejó claro en la última
asamblea general previa al inicio de la
cosecha. Pero las circunstancias man-
daron otra cosa. El presidente, Gregorio
Martín-Zarco, avanzó que llegaron a
entrar 1,3 millones de kilos diarios, casi
el doble de los 700.000 que entraban en
años anteriores. Al final, se molturaron
casi 37 millones de kilos, cifra que no
aparecía ni en la previsión más optimis-
ta, muy por encima de los 22 ó 23 millo-
nes habituales.
En realidad, era una vieja aspiración
de Martín-Zarco, cuya lucha siempre ha
sido hacer comprender a sus socios la
importancia de apostar por su coopera-
tiva. Este año, sin duda, lo ha conseguido.
El problema es que la bodega no estaba
del todo preparada para una demanda de
esta naturaleza, aunque capeó el tempo-
ral con esfuerzo y diligencia.
Bodegas Romero de Ávila Salcedo,
como tantas otras, se vio obligada a mul-
tiplicar los transportes de mosto me-
diante cisternas que entraban y salían
constantemente. Lo llevaba a Valencia, y
de ahí tomaba rumbo a Italia. “Gracias a
eso pudimos atender a nuestros clientes”
–declaró Santiago Romero de Ávila-.
Ir a producción, un error
Santiago Romero de Ávila también re-
flexionaba sobre el futuro del sector vitíco-
la si nada cambia. Aboga claramente por
limitar la producción, “aquí hemos ido a
producción y creo que no es el camino co-
rrecto”. Quien tenga espaldera saldrá ade-
lante –vaticina-, no así el que apueste por
el vaso y de secano. Tiene claro que es ne-
cesario cambiar los sistemas de cosecha.*
Tractores esperando junto a la cooperativa.
