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Gaceta de La Solana

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Cartas al Director

Carta de un romero

D

esde que era niño, recuerdo

que la llegada de la Virgen de

Peñarroya se vivía en mi casa

como un día grande. Junto a mi padre,

limpiaba arreos, preparaba las mulas…

para que cuando la recibiéramos fue-

ra lo más bonito posible. Han pasado

los años y la vida evoluciona. Hay más

tractores y menos animales, y aunque

mi padre ya no está, sigo preparando

esa llegada con la misma ilusión y ayu-

do a que otros niños y niñas solane-

ros lo hagan igual para mantener esta

tradición, que no se debería perder.

Pero este año, la Junta Directiva me

comunica que no puedo acompañar a

la virgen por las calles de mi pueblo

con mi caballo, o hacerlo detrás del

último tractor. Me dicen que sólo tie-

nen derecho a ir al lado de la virgen

los romeros y que sólo son romeros los

que vienen el domingo por la mañana

desde el castillo, por lo que yo NO soy

romero. Pues les digo que ser romero

es un sentimiento que cada uno vive y

exterioriza en función de sus circuns-

tancias. ¿Acaso no son romeros los que

van andando al castillo?

Este año he vivido la romería con una

mezcla de sentimientos. Por una parte,

la tristeza por esta decisión. Por otra, la

alegría que el pueblo de Argamasilla me

ha dado. Nos invitaron a acompañar a

la patrona al castillo. La llegada fue un

momento increíble. Hubo aplausos,

emoción, lágrimas y abrazos sinceros

de cariño entre romeros solaneros y

argamasilleros. Doy las gracias a Arga-

masilla de Alba y a tantos solaneros que

nos han dado su apoyo, porque a pesar

de lo que algunos piensen, en nuestro

pueblo hay mucha más gente que quiere

que los caballos acompañen a la virgen

que los que están en contra.

Con esta carta no quiero crear po-

lémica ni enfrentamientos con nadie.

Respeto la opinión de todos y creo que

lo más importante es que La Señora esté

con nosotros, que la acompañemos, que

nos ayude a ser mejores y nos proteja.

Mientras pueda y los años me lo permi-

tan, recibiré a Nuestra Señora de la for-

ma más bonita posible. Pero que nadie

me diga que no soy romero, porque me

siento y me sentiré romero hasta que

me muera.

A

ntonio

R

uíz

-P

einado

N

aranjo

Deshojando las margaritas

E

n el país de las Hispanias, los

dos partidos políticos principa-

les, las Margaritas y las Perdices,

se turnaban el poder. Un día estalló la

burbuja económica y se fueron miles de

personas al paro, la juventud emigraba,

los bancos quitaban las casas y en mu-

chas viviendas se iba la luz. Llegó mayo

por el año 11, en plena primavera, y al-

gunas plazas se llenaron de gente indig-

nada al grito de ‘¡no nos representan!’.

En la Plaza de la Luna, en la capital de

las Hispanias, se formaron campamen-

tos donde la gente discutía de todos los

problemas. En agosto, con todo el ca-

lor, los dos partidos acordaron cambiar

la Constitución para que el pago de la

deuda pública fuese lo primero. Se an-

teponía salvar a la banca antes que a la

ciudadanía. La gente salió a protestar y

formaron olas ciudadanas, cada una de

un color, según por lo que se luchaba.

El germen del descontento ya estaba

sembrado y se fue fraguando un nuevo

partido, que llegó a conocerse como los

Morados, siendo su objetivo ‘convertir

la indignación ciudadana en cambio

político’. Se presentaron a las elecciones

europeas, y aunque quedaron cuartos

los medios los trataban como vencedo-

res por sus buenos resultados. Los dos

partidos principales empezaron a lla-

marlos, en plan despectivo, “perroflau-

tas, frikis, bolivarianos…”, pues les ve-

nían a fastidiar años de turnismo. Hubo

más elecciones, los Morados se consoli-

daron y en algunos lugares por delante

de las Margaritas. En este partido em-

pezó una crisis. Un día convocaron una

reunión con sus máximos dirigentes

donde se decidió dar un golpe de mano

y quitar a Peter, que era el jefe; la orden

venía de otro jefe anterior. El líder de los

Morados, conocido como “el perilla”, ya

había prevenido a Peter cuando le dijo

“cuídate de lengua de serpiente”. Quita-

ron al jefe Peter y crearon un grupo ges-

tor, ya que el partido había salido roto.

La dirigente que tenía un ratón chiqui-

tín, dijo que había que coserlo, pero no

entendía que ese roto sería un “remien-

do”. Las Margaritas se deshojaban y el

grupo gestor pedía la abstención para

que el jefe de las Perdices gobernarse.

Las Margaritas se deshojaron más rápi-

damente.

El jefe de las Perdices, conocido como

“el tranquilo”, podría formar gobierno

pero tendría dos problemas importan-

tes. El primero, el de las Germanias, que

le pedían más recortes en las Hispanias;

y el segundo, una aldea conocida como

“la butifarra”, que quería irse de las His-

panias. El relato sigue su camino y se irá

escribiendo día a día según transcurran

los acontecimientos, porque, colorín

colorado, este cuento no se ha acaba-

do…

A

dolfo

D

íaz

-A

lbo

C

haparro