GACETA DE LA SOLANA 301

Gaceta de La Solana 30 Opinión Julia y Santos, dos solaneros que vivieron la experiencia de la JMJ. U n millón quinientos mil. Parece un premio de la Lotería de Navidad o el bote de Pasapalabra, pero al ver esta cifra solo podemos pensar en personas, en almas compartiendo un mismo sueño: viajar hasta Lisboa para encontrarse con el Papa Francisco y participar de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Para quien no conozca estas jornadas, son unos días donde jóvenes cristianos de todo el mundo viajan para encontrarse con el Papa. Y nosotros hemos sido parte de ese sueño, al igual que todo el pueblo de La Solana, porque hemos llevado a nuestro pueblo al encuentro con el Santo Padre. Dos jóvenes que un día decidieron inscribirse a estas jornadas para viajar, conocer mundo y encontrarse con el Papa. Pero eso no es todo. El pasado 26 de julio, un autobús (y una solanera dentro) partió desde el Seminario Menor de Ciudad Real en dirección a Ançâ, un pueblecito de Portugal. Allí tuvo lugar la primera toma de contacto con la ansiada JMJ, pasando cuatro días inolvidables en la diócesis de Faro junto a personas muy acogedoras y con las cuales, a día de hoy, mantenemos el contacto. Nos abrieron las puertas de sus casas y nos hicieron pasar unos días que no olvidaremos. Nos ense- ñaron mucho de su cultura y de sus tradi- ciones, y nosotros también dejamos huella en aquellas personas que tanto nos dieron en tan poco tiempo. Días cargados de ac- tividades y de reflexiones acerca de Jesu- cristo, que nos sirvieron de preparación para lo que se avecinaba: la propia JMJ. El momento de la despedida de los días en la diócesis fue uno de los más duros. Mientras que algunos disfrutábamos de los días en las diferentes diócesis de Portugal, muchos otros aguardaban a co- menzar la JMJ con ganas y emoción el día 31 de julio. De madrugada, una flota de autobuses partió desde Jaén hacia Cascais, uno de los pueblos más famosos de Portugal, donde nos hospedamos en un colegio. Cuatrocientos jóvenes de la Dió- cesis de Jaén (con un solanero infiltrado) llegaron con tres ideas en la cabeza: ver al Papa Francisco, encontrarse con Dios du- rante esas jornadas, conocer gente y ha- cer amigos. Dicho y hecho. Ocurrieron las tres cosas. Y ocurrieron de una forma tan repentina que, a día de hoy, todavía nos abruma el hecho de que todas se cum- pliesen, pues hubo momentos en los que pensamos en desistir de alcanzar nuestra meta. Tuvimos momentos de todo, desde máxima alegría y gozo, hasta en los que solo pudimos romper a llorar de emoción. También hubo algunos momentos de ago- bio y amargura por las altas temperaturas y la aglomeración de gente, que provoca- ron que varios amigos tuvieran que ser enviados a las enfermerías y hospitales de la capital lusa. Pero, si evadimos los malos momentos, solo tenemos recuerdos maravillosos, ro- deados de gente muy especial que ahora son parte de nuestra familia y que nos han ayudado a vivir estas jornadas con una intensidad inimaginable. Hemos com- partido vivencias y pesares, y eso nos ha marcado para siempre. Además, esta in- olvidable experiencia no habría sido igual sin las personas que decidieron animarnos a ir a Lisboa, que nos abrieron las puer- tas de su grupo de jóvenes para acompa- ñarlos en esta aventura. Participamos en la misa del Encuentro de Españoles en Estoril, donde nos juntamos unos 40.000 jóvenes de toda España; asistimos a la ce- remonia de acogida del Papa, vivimos con Y ahora, a hacer lío… intensidad el Vía Crucis junto al Pontífice, y llegó el gran momento: la vigilia y la misa final de la JMJ oficiadas por el Papa. Los mejores días fueron el fin de se- mana, a pesar de pasar un mal rato para acceder al sitio donde se celebrarían la vigilia y la misa con el Papa, porque tuvi- mos que andar 4 kilómetros y pasar el día bajo un sol abrasador. No obstante, todo quedó compensando durante la vigilia y la misa de cierre, cuando el Papa nos lanzó muchos mensajes, de los que aún esta- mos reflexionando: “En el arte de subir la montaña, lo importante no es caer, sino no permanecer caído”; “El único momento lí- cito de mirar a una persona de arriba hacia abajo es para ayudar a levantarla”; “El que ama vuela, corre y se alegra”; “La alegría hay que buscarla, hay que descubrirla”. Y lo más profundo que nos dijo fue: “¿Qué nos llevamos? Resplandecer, escuchar y no tener miedo”, “En la vida solo hay una cosa gratis: el amor de Jesús”. Y como dijo el Santo Padre, no tengáis miedo, porque la Iglesia somos TODOS, TODOS, TODOS. Así que ahora solo nos queda una cosa: hacer lío. Julia Naranjo Romero de Ávila y Santos González-Albo Chacón

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