GACETA DE LA SOLANA Nº280

Gaceta de La Solana 42 Colaboraciones D espués de tanta tierra pisada y que les pisó, endurecida y que les endureció, valía la pena una brizna de descanso. Después de que la amargura del viento les sorprendía les llegaba el calor hasta los labios. Vaya este mi trabajo como homenaje a aque- llos hombres y mujeres que a principio de siglo pisaron los guijarros que hoy piso y miraron el trozo de cielo que hoy contemplo. Todos los nombres que mencione en estas cuartillas nacieron y vivieron bajo este mismo sol que amari- llea nuestros trigos. Una narración bre- ve de aquellos hombres de blusa negra y boina calada, remiendos en los pantalo- nes, chapuzas en la chaqueta y parches en el camisón de tela cruda. Por aquel entonces, amigo, despacha- ban bizcochos blancos Paco el Choco- loto y los Laras. Vendían pan los Co- lillas y Flores, y en el año del hambre cocían tortas de cebada Escuchita y la Reyes la Chumena. Forjaban el hierro los Acisclos, los Reguillos, el hermano Alpargatón, el hemano Juan Solo, los Marcelos, los Ronceros, Manuel de los Pochos y los Risas. Se empleaban en el faenar de arrieros el hermano Caga- nidos, los Peinados, los Pilarillos y los Tararas. Remendaban las guarniciones el hermano Celestino, el hermano So- pas, Matamuertos, Petaquero y Cruz Espinosa. Repartían la leche ordeñando sus cabras en la puerta del cliente Se- gundo Alhambra, Polo, Vinuesa, el tío de la Monterilla, el tío Palizas, el herma- no Ferminón, el tío Perfecto, los Arias, los Majitos, Peraco, los Malaspatas, los Monagos y los Judas. Eran jornaleros solicitados los Atacandos, el Marqués, Tiburcio, los Brazos Largos, los Machi- rres y los Titanas. Elaboraban buen vino el hermano Araque, la hermana Caeta, los Linares, Boca Azadón, la hermana Teodomira y los Morales. Compraban y vendían mulas los Caireles, Baldomero Clarín, Gicarilla, el hermano Gaspari- llo, Partía, el Birro y Antonio Pellica. Eran traperos don Vicente y doña Inés (matrimonio), el Margallo y Chanelo. Rasuraban la barba Manuel Lara, los Camachos, Ulpiano, el hermano Aletea, Alfonso el enjalbegador, Abraham, Án- gel y Benito Hermosuras, el hermano Pabliche, Vilano el Concejo y Santiago en de la Seroja. Los tenderos eran Do- mingo Castaño, Marcelino, el hermano Cayetano, el hermano Arévalo, la her- mana Galleguilla, la hermana Gorda, el Tacico, Abelino del Barco, la droguería de la hermana María la Cruz la Reala, la de la Rosario la Manca, la de Pepe Lila, la de Juan Manuel Garrido y la hermana Petrola. Preparaban bien temprano los churros el hermano Melgue, la hermana Gero- ma y la hermana Leonor. Eran leñadores el hermano Marcos el Coñí, el Muñeco, el hermano Reyes, los Chuchas, los Ma- gañas, el hermano Jaro el Pelendro, Soto el Puto y los Camorras. Eran zapateros el hermano Arrones, Atujos, el her- mano Naranjito, el hermano Zorrita, Calza, Genica, Cipriano el zapatero, el Zorupo, Estacio, el cojo Parra y el cojo Ladero. Eran campaneros el ciego Sevi- lla, Gabriel el Ciego, y el Pajarero en el Cristo del Amor. Como maestros esta- ban Pepe el Extremeño, Diego del Olmo el Cojillo, Rafael el Bizco Urtiaguilla y las maestras de la calle Saludante. Las tabernas eran la del Bizco Urigas, la del hermano Flete y el Meón que ven- dían anís. Eran alguaciles el hermano Celedonio (más conocido por el Tuer- to el Pregonero) que era el cabo de los serenos, Paco Almarcha, Manolillo y el hermano Pichucho. Las que visitaban a diario la iglesia eran la hermana Birra, la Celedonia, la hermana Caeta y la Teresa de Casas. En la banda de música desta- caban el hermano Juan Alfonso el del bombo, Pedro el Mosquito que tocaba el clarinete, el hermano Cipriano que toca- ba la trompeta y Javier Bol que tocaba el bombardino. Adelín del Rey era el orga- nista. Los sacristanes eran José Moco y el hermano Raimundo (suegro de Felici- co). Ayudaban a misa como monaguillos Ángel el de la Reposo, José Manzano, Francisquito el sastre y Eliseo el peluque- ro. Y también por aquel entonces había poesía en La Solana que tenía sus repre- sentantes en los hermanos Bol. Vaya esta mi prosa para recordar cari- ñosamente a aquellos hombres y muje- res, con tanta ciencia infusa dentro, que siempre vivieron entre mil afanes, a lo liso y llano, felices en pleno merecer, y sin una brizna de historia. TIPOS SOLANEROS DE ANTAÑO (Artículo publicado en LANZA —extra de La Solana— el 23 de julio de 1975) A mi padre, trabajador incansable, que trabaja sin tregua en su ‘chicharra’ por Santiago Romero de Ávila García-Abadillo

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