GACETA DE LA SOLANA Nº273 BAJA

Gaceta de La Solana 51 Cultura La posguerra, nada más y nada menos. Las primeras historias las escribe Julián de oídas (nació en 1948) “y las siguien- tes ya vividas por mí”. Su niñez en las escuelas del Convento, con su admirado don Manuel García-Cervigón, su ado- lescencia como agricultor en el campo, el grueso de su trayectoria laboral como albañil y finalmente en una fábrica de confección. Años de trabajo… y años de lectura y escritura. Siempre pegado a los libros, al papel y al lápiz. Siempre es siempre, porque Julián sigue escribiendo a mano. “Conservo los originales escritos de la novela”, presume. Una rareza que para él es algo consuetudinario. La génesis definitiva de la obra hay que buscarla hace 5 años, cuando su mujer sufrió un trasplante de médula en Al- bacete. “No podía verla, estaba aislada en el hospital, con mi hija, y yo paseaba por la ciudad sin saber qué hacer, sin parar de pensar; me fui a por un lápiz y un cuaderno y comencé a escribir”. Des- pués de aquel lance, se apuntó a un taller de literatura durante dos temporadas “y los compañeros me fueron animando”. Entre ellos Antonio García-Catalán y, sobre todo, Isabel del Rey, prologuista y correctora del trabajo. Como él mismo dice, “he escrito la novela a ratos, despa- cio”. “Está cocida a fuego lento”. “El hilo conductor es una chica que trabaja sirviendo en una casa y tiene problemas con sus amos”. Eso sí, aclara que no tenía intención de reflejar nada malo, “sólo un momento tan duro de nuestra historia como es la posguerra, sin más”. La portada exhibe un dibujo nada ino- cente, aunque bien pudiera haberlo he- cho un niño… quizás de la posguerra. “Es La Mancha, lo nuestro”, dice con orgullo. “El arco iris refleja el final feliz de las historias”. Es el sol después de la tormenta. La presentación de la novela llenó el auditorio Don Diego

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