Gaceta de La Solana Núm.244 - page 42

Gaceta de La Solana
Colaboraciones
Un garbeo por los apellidos de La Solana(I)
Por Jesús Velacoracho Briones
E
l seguimiento camine­
ro de la trashumancia
pre-romana y la ruta tra­
zada por el “Transitus ex Beroni­
bus” o Camino de los Berones a
su paso por el Campo de Montiel
me condujo a buscar los topóni­
mos o gentilicios vasco-ibéricos
encriptados en los apellidos so-
laneros. Se trataría de releer la
huella dejada del a ncamiento
y paso de los ancestrales mora­
dores y posteriores repobladores
del territorio. Indagué, sistemati­
cé y dividí el repertorio de apelli­
dos de La Solana en compuestos;
toponímicos -con algunos genti­
licios-; patronímicos; apelativos
o nominales; descriptivos; de to­
ponimia menor y generalista; de
cargos, o cios y parentescos; de
plantas y animales; con el añadi­
do de algunas rarezas cognomi­
nales que componen el padrón.
Vaya por delante que el ape­
llido documentado con mayor
antigüedad de nuestro pueblo
corresponde al “vezino Johan
Gallego”, datado en 1330. Espe­
raba una fecha de mayor cala­
do cronológico y una más clara
expectativa fundacional para el
devenir histórico de nuestro pue­
blo, acorde con la estela popular
de Antonio Romero Velasco. La
vigente documentación y el rigor
cientí co de F. J. Escudero Buen-
día han puesto las cosas en su si­
tio, y hasta más investigar habrá
que conformarse con lo que hay.
Mientras, os propongo un gar­
beo por la curiosa intrahistoria
de nuestros apellidos.
Hasta alcanzar la
jación
actual, obtenida en 1870 por la
obligatoriedad de inscripción
Casa de la Encomienda
de nacimientos, matrimonios
y defunciones en el registro
civil, los apellidos hispánicos
siguieron un anárquico y opaco
camino. Fue en los siglos X, XI
y XII en los primitivos reinos
de Navarra, León y Castilla,
donde –primero por la nobleza
y después por el común de
la población- se sustituyó la
última vocal de la denominación
parental, añadiéndole el e caz
su jo –ez, -iz, o –z, que jaba
así un rudimentario sistema
patronímico. Ejemplo:
Rodrigo
,
hijo de Sancho:
Rodrigo
Sánchez
.
Son
apelativos
patronímicos de antiguo registro
y presencia actual:
Díaz
-de
Diego.
Fernández
-de Fernando.
García
-Ídem.
Gil
-Ídem.
Giménez
- de Gimeno.
Gómez
-
de Gome.
González
-de Gonzalo.
Jiménez
-de Jimeno.
López
­
de Lope.
Márquez
-de Marcos.
Ortiz
-de Ortín.
Pérez
-de Pero.
Rodríguez
-de Rodrigo.
Ruiz
-de
Ruy.
Sánchez-
de Sancho.
Nacieron así los añadidos que
actuaban sobre los patronímicos.
Así, los muy solaneros
Díaz
de los Bernardos
,
López del
Castillo
,
Martín de las Mulas
,
o
García de Mora
, y
Romero
de Ávila
etc., se diferencian de
sus apelativos generalistas por
el añadido cali cador, “de”, “del”,
“de la”, “de los” y “de las”. Una
sencilla fórmula hereditaria
que en La Mancha y Campo
de Montiel resultó exitosa y
aceptada en extremo. No sería
ajena a esta circunstancia el que
fueran la pequeña nobleza local
y los hidalgos –para trasmisión
de herencias y en sus actas
notariales- los que incorporasen
primero este sistema, que
aparentaba una mayor dignidad
y condición, con el tiempo
copiado por el pueblo llano.
A nales del siglo XV y todo
el XVI –con Cisneros en 1501, y
sobre todo con Felipe II en 1564
tras las aplicaciones obligatorias
del Concilio de Trento- se sugirió
añadir el apellido materno
pospuesto al paterno, y los
linajes nobles en los conciertos
de
matrimonio
tuvieran
similares méritos o equilibrada
importancia económica. Las
familias poderosas arbitraron
una fórmula de doble pareado
cognominal copiada por los
hidalgos y nobleza menor; y con
el tiempo por el pueblo llano.
Ejemplo: Gonzalo
Fernández
de Córdoba
y
Enríquez de
Aguilar
, que trasladado a un
contemporáneo solanero -con
ganas de aparentar- pudiera
haber sido: Alonso
López del
Castillo
y
Serrano de la Cruz
.
(CONTINUARÁ)
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