GACETA DE LA SOLANA NÚMERO 313

Gaceta de La Solana 48 Nuestra historia La Solana en la guerra de las Alpujarras y la dispersión de los moriscos granadinos (VI) 1. MOYA GARCÍA, C.: La Inquisición en La Solana y otras villas del Campo de Montiel. Ediciones Soubriet. Tomelloso, 2005, pp. 81-90. 2. Archivo Histórico Nacional (AHN), Inquisición, relaciones de causas del tribunal de Murcia, legajo 2022, expediente 15, 1584. 3. AHN, Inquisición, relaciones de causas del tribunal de Murcia, legajo 2022, expediente 5, 1571. 4. AHN, Inquisición, relaciones de causas del tribunal de Murcia, legajo 2022, expediente 15, 1584. Costumbres y tradiciones de los moriscos (Extracto del artículo publicado en el número 8 de la Revista de Estudios del Campo de Montiel) C arlos F ernández -P acheco S ánchez y C oncepción M oya G arcía L os moriscos asentados en La Solana y el resto de poblaciones del Campo de Montiel, siguie- ron manteniendo sus costumbres, tradiciones, ritos religiosos y lengua, aunque de forma encubierta, para evitar la persecución del Santo Ofi- cio. Los inquisidores hicieron un es- pecial seguimiento a esta minoría con el objetivo de asimilarla, sobre todo, a sus descendientes más proclives a integrarse, persiguiendo los casos sospechosos de practicar la religión mahometana, así como los ritos li- gados a ella. Los moriscos tenían nu- merosas dudas teológicas, provocadas por la mezcla del cristianismo, al que se habían convertido y su religión an- cestral. Los procesos inquisitoriales contra ellos, son la mejor forma de conocer sus tradiciones y forma de vida 1 . En La Solana, encontramos un úni- co caso de morisco acusado por la Inquisición. Fue durante la visita de los inquisidores al Campo de Montiel en 1584. El 10 de abril se procesó a Andrés Mocly, « cristiano nuebo de mo- ros », denunciado por un testigo de que hacía ocho años « que abiendole pregun- tado cierta persona sy creía en Dios, el dicho morisco avia respondido que sy, e tornandole a preguntar que sy creia también que Nuestra Señora avia pari- do Virgen, el dicho Mocli morisco avia respondido que no creia en aquello », mientras que otra persona interrogada « dixo lo mismo y el tiempo y ocasión en que abia pasado » . Se observa la incre- dulidad sobre un dogma cristiano, la virginidad de María, que es de los más complicados de asimilar por los moriscos convertidos al cristianismo, ante la escasa formación que recibían y su resistencia a aceptar reglas que les costaba comprender. Aunque no hay más casos en La Solana, las costumbres y tradiciones de sus nuevos moradores, las pode- mos conocer gracias a las acusacio- nes contra correligionarios suyos de otras poblaciones cercanas, como Membrilla o Villanueva de los Infan- tes. Las dudas sobre la virginidad de María las encontramos el mismo año en unmorisco deMembrilla, Narváez, que fue acusado por una vecina, que le dijo que debía ser buen cristiano, y que ella aclararía sus dudas, a lo que respondió que « no creían que Nuestra Señora hubiese parido Virgen », y cuan- do le reprendió diciéndole que por de- cir eso iría al infierno, le respondió « que sy yba a los infiernos haria alla lo que los otros hiciesen » 2 . Otro caso similar tuvo lugar en 1571, cuando Diego López, « morisco del reino de Granada », vecino de Montiel, en una disputa con unos vecinos, que le recriminaron que los moriscos « sois tan perros que no creyeis en Dios », contestó que sí creían en Dios, pero que « tratando con el que Nuestra Señora avia sido siempre Virgen dixo esa es la dubda que tenemos nosotros los moros », afirmación por la que fue pro- cesado y condenado a salir por la calle en forma de penitente, abjurar de leví y permanecer recluido en un monaste- rio durante cuatro meses 3 . La abstinencia durante la cuares- ma tampoco la solían cumplir, y cuan- do Álvaro Gómez, en Membrilla, fue reprendido por comer huevos y que- so en tiempo de cuaresma, respondió de forma airada « que no creia en Dios ny en Nuestra Señora ny en los articulos de Nuestra Santa Fe ny en nada, nada », afirmación por la que fue investigado por el Santo Oficio 4 . El apego de los nuevos vecinos a sus tradiciones y costumbres, tanto reli- giosas como sociales, hizo que pese a su conversión, siguieran practicándo- las de forma encubierta. Los ritos que perduraron fueron: la observación del ayuno en el Ramadán, no comiendo ni bebiendo desde la salida del sol hasta su puesta; el aguadoc, que era una degeneración de las abluciones realizadas los viernes antes del rezo; las zambras o fiestas moriscas llenas de bullicio y bailes; la utilización de nombres árabes, aunque de forma pública tuvieran otros cristianos; las reuniones y rezos en sus casas; los enterramientos hacia la Meca y las hechicerías con una vela en la cama e invocando a Alá. Estas normas, ante la falta de alfaquíes o imanes, expertos en la ley islámica y su mantenimiento exclusivamente mediante la transmi- sión oral de padres a hijos, sufrieron una progresiva degradación. Por otro lado, no guardaban los domingos y fiestas, trabajando esos días. Danzas y bailes moriscos

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