GACETA DE LA SOLANA NÚMERO 313
Gaceta de La Solana 45 La Gaceta Deportiva nivel, la verdad”. “Aquí ves a chavales jóvenes con mucha calidad y gente con experiencia que ha jugado en mu- chos sitios”. “Hay más ritmo, más ida y vuelta, más contraataques”. Para un futbolista como él, acostumbrado a tener la pelota y distribuir, se trata de saber adatarse, nada más. “Si hay que ir a presionar arriba, se presiona. Se trata de jugar y disfrutar”. Por fortuna, atrás quedó la rotura en su abductor izquier- do, que le mantuvo varios meses fuera. Aunque llegó a Hungría con molestias, ya ha recuperado el tono físico. Poco a poco, irá entrando en los planes de Sergio Navarro. Una afición pasional Le llama la atención el ambiente en los estadios húngaros. El de Debrecen es un recinto espectacular, con capa- cidad para unas 20.000 personas. En los encuentros ligueros la asistencia ronda los 8.000 aficionados, y en par- tidos señalados ese número se multi- plica. Esa pasión desmiente la imagen tópica de que en el este de Europa el público es frío y distante. En Debre- cen, los ultras y los seguidores más fieles transmiten un entusiasmo com- parable al de las grandes hinchadas europeas. En cuanto a los objetivos del club, Fran aclara que no se han marcado me- tas numéricas concretas. El discurso oficial se centra en mejorar la posición del año anterior, cuando la permanen- cia se logró en la última jornada. Tira de tópico: “Vamos a ir partido a parti- do, escalar puestos poco a poco y soñar con estar lo más arriba posible”. En el momento de la entrevista, el Debreceni marcha cuarto. ¿Soñar con Europa? No estaría mal ver a Fran Manzanara pa- seándose por el continente. La vida cotidiana en Debrecen Más allá del fútbol, el jugador descri- be su día a día en la ciudad. “Es un sitio bastante tranquilo y cómodo para vivir, que podemos comparar con una ciudad española de su tamaño”. “Se vive bien”. Lo único que le resulta extraño –cada vez menos- son los horarios. “Aquí todo se adelanta; los supermercados y restau- rantes cierran más temprano, la cena se hace a las siete y media u ocho de la tar- de y la comida del mediodía a las doce y media, pero bueno, todo es cuestión de adaptarse”, dice con la naturalidad que le caracteriza. Preguntado por la forma de ser de la gente, Fran afirma que no ha encon- trado grandes diferencias, por ejemplo en el vestuario. Los compañeros se pa- recen bastante a los españoles en ca- maradería y convivencia, aunque con matices. “Los compañeros sí que los veo muy parecidos, aunque un poco diferentes en cuanto al sentido de hu- mor y esas cosas”. “En la calle pues hay de todo, gente más cerrada, gente más abierta que te intenta ayudar”. Carác- ter magiar, pero nada más. Sí destaca la dificultad del idioma. “El húngaro me parece endiablado, aunque ya he aprendido algunas palabras básicas, com “jó reggelt” (buenos días)”. De momento, se apoya en el inglés para comunicarse y va avanzando poco a poco en esa barrera lingüística. La familia desde la distancia No podía faltar la pregunta emo- cional. ¿Cómo se ha tomado su familia este cambio? Fran admite que su madre, como cualquier madre, sufre mucho con la distancia. “Si ya se preocupaba cuando estaba en Tomelloso, que está a treinta kilómetros del pueblo, pues ima- gínate ahora”. Las videollamadas son un salvavidas. Además, hace poco sus padres viajaron a Hungría, estuvieron Un futuro abierto Con 28 años, Fran sabe que está en un momento crucial de su carrera. Es vete- rano, pero aún vive en plenitud física. Ha firmado por dos temporadas en Hungría y no se aventura a hacer planes a largo plazo. Podría volver a España, prolongar su estancia en Debrecen o aceptar otra propuesta. “La verdad es que no si des- pués de estos dos años volveré España, o igual aquí estoy a gusto y me quedo. Lo que vaya surgiendo”. Así es como aquel niño rubio que co- rreteaba por La Moheda soñando con grandes hazañas, ha logrado vestir al- gunas de las camisetas más notables del fútbol español y hoy, casi por casua- lidad, viste la rojiblanca del Debreceni, un club del que probablemente no sabía nada hasta hace unos días. Fran Man- zanara no solo representa a un futbo- lista, sino a un solanero que convirtió el trabajo en camino. El talento hizo el res- to. Mientras el balón ruede bajo cielos húngaros, en su corazón siempre reso- nará el eco de su tierra, recordándole de dónde partió para escribir su propia leyenda. con él y de paso conocieron Debrecen y también Budapest. “Se llevaron una impresión buena y se fueron más tran- quilos”. Fran saluda a su compañero Balázs Dzsudzsák, un icono del fútbol húngaro
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