GACETA DE LA SOLANA NÚMERO 313
Gaceta de La Solana 37 Reportaje Los ‘felices’ 80 y 90 Los tiempos han cambiado, y con ellos los gustos y, por supuesto, la tec- nología. Atrás quedan aquellas cámaras de 35 milímetros, con carretes en blan- co y negro. Kodak, Miranda… Máqui- nas para el recuerdo, pero que fueron capaces de plasmar para la eternidad La Solana de antaño. Serrano, Carranza, López Jaime, Chacón… Profesionales llenos de pasión por su profesión. Cada cual buscaba su nicho de mercado y se afanaba por mejorar su equipo. En los años 80 llegaron cámaras mejores, co- menzó a generalizarse el color y alum- bró una época de ‘vacas gordas’. “Había muchísimas bodas, algunos sábados tenía dos o incluso tres; también mu- chas comuniones porque había muchos niños, y bastantes bautizos”. Además, López Jaime abandonó y durante algún tiempo tuvo casi el monopolio profe- sional. Luego llegarían Luis Romero y Cruz Hergueta. Pero los años 90 si- guieron siendo fértiles para el oficio de fotógrafo. Había trabajo para todos, y mucho. Cámaras digitales, el punto de inflexión El vuelco llegó con la irrupción de la foto digital. Las nuevas cámaras en- terraron poco a poco el tradicional revelado del negativo. “En el año 2004 compré mi primera cámara digital, una Canon 300”, y ya veía que la cosa estaba cambiando deprisa”. El aterrizaje de los teléfonos móviles con cámara incorpo- rada, fue la puntilla. “Ha sido la ruina para los fotógrafos”, afirma con rotundi- dad. Aun así, Foto Chacón ha aprendido a sobrevivir a los vaivenes de la moder- nidad y la innovación tecnológica. Sabe que es algo imposible de parar. “Llevo tiempo ganándome el sueldo con fotos para carnés, bebés en el estudio, algunas bodas y cosas así”, dice con cierta resig- nación. Ni siquiera se refugia en cele- braciones tan populares como el carna- val: “Antes se vendía mucho poniendo las fotos en el escaparate, ahora ni eso”. Al menos, no tiene gastos de revelado, que ayuda a equilibrar un poco el esco- ramiento del barco. Juan Félix Chacón no nació en La Solana. Es y se siente tomellosero, pero no oculta que tiene un buen trozo de corazón solanero. Su padre y su abuelo eran galanes de cuna, y esa sangre tam- bién se hereda. Pronto bajará la persia- na de su estudio en la plaza, donde tan- tas veces lo vemos charlando con unos y con otros al calor de una caña de cerve- za. Y será para siempre. Quizás eche de menos el trasiego por una carretera que conoce de memoria. Pero nunca olvi- dará quién es, qué hizo y dónde estuvo. Todos conocen a Chacón el fotógrafo. Se ha ganado el respeto y el aprecio de los solaneros. Patrimonio visual de un pueblo Han sido cuatro décadas escribiendo un legado gráfico imborrable para la his- toria social y humana de La Solana. No solo capturó imágenes, sino que retrató la vida misma: las bodas que sellaron amores, los bautizos que inauguraron nuevas generaciones, las comuniones que marcaron la niñez, los retratos de familia que hoy se convierten en teso- ros, y también los actos públicos que forjaron la historia reciente de la loca- lidad. Su cámara fue testigo silenciosa de alegrías, de emociones contenidas y de momentos irrepetibles que hoy for- man parte del patrimonio visual de todo un pueblo. Juan Félix Chacón, el último de la saga en La Solana
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