GACETA DE LA SOLANA NÚMERO 313

Gaceta de La Solana 32 Agricultura A urelio M aroto L a célebre expresión ‘nobleza obli- ga’, de origen francés, nos invita a comportarse de una manera acor- de a la posición de uno, y de acuerdo a la reputación que uno se ha ganado. Pues bien, en la vasta llanura manche- ga, donde el horizonte se funde con los surcos labrados por generaciones de agricultores, hay un municipio que ha hecho del tractor una seña de identi- dad. La Solana no solo cultiva tierras: cultiva campeones. Y lo demuestra año tras año en los concursos de habilidad con tractor y remolque, donde nues- tros tractoristas no compiten; arrasan. Técnica, precisión, reflejos y temple se combinan para lograr un dominio casi absoluto en las competiciones agrícolas de toda la comunidad autónoma. Ahí van dos ejemplos recientes. Uno, FERCAM, en Manzanares. Entre conos, curvas cerradas y maniobras milimétri- cas, los solaneros volvieron a imponer su ley. Julián Martín-Albo revalidó su título con un crono estratosférico: 3 mi- nutos y 49 segundos. “No es solo cues- tión de velocidad, es saber cómo mover el tractor, cómo girar en el momento justo, cómo no perder un segundo en falso”, explicaba tras recibir el galardón. Y detrás de él, otros dos solaneros com- pletaron el podio: Francisco Antonio Romero de Ávila (4’54”) y Juan Manuel Candelas (5’12”), segundo y tercero, volvieron a certificar que La Solana no tiene rival cuando se celebran pruebas de esta naturaleza. Pocos días después, el 26 de julio, turno para los concursos de la Feria de Santiago y Santa Ana, celebrados en el entorno de la ermita de San Isidro. Jus- to es decir que en arada se impuso el pedroteño Gabriel Jaime, pero el podio fue completamente solanero en las ma- niobras de tractor con remolque. Pablo Romero de Ávila ganó con un crono espectacular: 1 minuto y 43 segundos, aventajando en 26 segundos a Julián Martín-Albo y en 27 a Francisco Anto- La Solana, escuela de campeones: el dominio imparable de sus tractoristas nio Romero de Ávila, hermano menor del primero. Este dominio no es flor de un día. Los tractoristas solaneros llevan muchos años copando los primeros puestos en certámenes celebrados en municipios como Tomelloso, Membrilla, Argama- silla de Alba, Manzanares o Valdepeñas, por citar solo algunos. La clave está en la formación práctica desde jóvenes, el contacto constante con el campo y la maquinaria, unido a una tradición agrí- cola que se transmite como un legado familiar. En La Solana, el tractor no es una herramienta más: es casi una ex- tensión del cuerpo para nuestros agri- cultores. En cada certamen, cuando se enciende el motor, el jurado da la señal de salida y se inicia la danza entre conos y líneas pintadas en el suelo, está en jue- go el orgullo de un pueblo entero. Y en ese terreno, La Solana pisa fuerte. Muy fuerte. Porque donde otros compiten, los solaneros enseñan. Y el campo, que nunca miente, ya lo ha dicho claro: los campeones nacen en tierra galana. Los tractoristas solaneros arrasan en los concursos agrícolas

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