GACETA DE LA SOLANA NÚMERO 313

Gaceta de La Solana 19 Feria plácito de mi santa madre que, visto con mi actual experiencia, intuyo que pretendió que me fijase en los natura- les y juveniles encantos de las mucha- chas solaneras en flor. No prosperó su celestinesco intentó y recalé -y me casé-, hace medio siglo, en lejana tie- rra, Cataluña, por entonces abierta al emprendimiento, la vanguardia y la libertad, y que ahora... ¡No os quiero contar lo que es ahora! No fue el mío un triste caso aislado. Por aquel tiempo ya había estallado el grave fenómeno migratorio que por aquí cundió mucho, y añadió un cruel y des- quiciado éxodo de solaneros buscándose la vida a salto de mata, cómo y dónde podían. Unos, en destinos cercanos, eso sí con la suerte de compartir lengua co- mún y además cultura al alimón , Alcalá, Fuenlabrada, Villaverde, Móstoles... al- gunos en Levante, Valencia, Alicante... y otros, bastante más lejos, en zonas más ásperas y logreras, de ríspido acento y ajena impronta , Vizcaya, Santa Coloma, Reus, Vilafranca, Riudoms... Y es que la risa va por barrios. Por eso, hoy aprovecho el soporte que me brinda el pregonar la alegría de nuestra feria, para trasladar la evo- cación festiva del momento que vivimos y enviarles un cálido recuerdo a tantos y tantos queridos familiares, parientes, amigos, vecinos y, en fin, añorados pai- sanos. Porque ¿a quien de los que estáis aquí presentes no le falta alguien muy querido y cercano que ya está ausente y no volverá? Gente que nació aquí, cre- ció y se ausentó por fuerza, pero que se sienten solaneros cabales en esen- cia. Y que, hoy, en este señalado día, echamos en falta su presencia. Ade- más, para muestra un botón. (Contar la diáspora y el devenir migratorio de mi familia materna y paterna). A veces, cuando el rumbo de la vida te ancla lejos y ves que llega el 25 de Ju- lio y ¡nuestra Feria!, una pulsión de añe- ja nostalgia aguija el corazón de los que, aún, sentimos vivo el latido de nuestro pueblo. Un latido cálido y telúrico que, por fortuna, acompasa y redime el es- perado amparo con que nos alienta la Gaceta de La Solana. Ese gráfico y sos- tenido cordón umbilical que me nutre de la habitual reseña local y evoca, en sus pulidas páginas las andanzas, peri- pecias y lances del devenir del pueblo. ¡Gracias Aurelio!, ¡Gracias Paulino! Con todo, un cierto resentimiento de leve, vacilante o aguda orfandad nos alcanza a todos los emigrados. Y se nota más en función de la benigna o arisca distancia y cultura que nos separa de nuestra “madre/Solana”. Una orfandad, lacerante para algunos, que no afecta de igual manera a todos, y es que somos y estamos de variado pelaje: desde los que siempre alzamos un rotundo jamás seremos tierra conquistada y mucho me- nos renegados rufianes, hasta a los que diluyen su natura y origen entregados al pusilánime y anodino olvido... o lo que es peor, se abonan al rebaño nacio- nalista; y... también los que por desidia abandonan, ignoran o rehúsan el retor- no. Uno, que siempre gustó de cantos y boleros, recuerda aquel de Pablo Canto- ral que rezaba “Dicen que la distancia es el olvido, pero yo no concibo esa razón”, y eso lo corroboro. Tengo la suerte de ser hijo de un pue- blo noble y galán, con ánimo templado y fe en el futuro; y la distancia que me separa de él desde donde habito, ni me mella ni envilece, ni tampoco me rele- ga o entorpece; y es que ¿cómo puedo olvidarme de las tradiciones de mis mayores?; ¿de los usos y costumbres que heredé?; o de la tierna y maternal cocina manchega de mi casa, o de algo más prosaico: las apetitosas calderetas, pipirranas y perdices con que me obse- quiaba mi cuñado Santos; o de los vinos, quesos y tapas de nuestras tabernas, ga- ritos, baretos y mesones... y qué decir de esas afinadísimas y soberbias zarzue- las que con tanto acierto y lucimiento se concitan y representan aquí. O de la armoniosa estética cromática que, en el ocaso del atardecer, adorna nuestra es- pléndida plaza; o del garbo pétreo de su enhiesta torre albarrana...; y de los pi- ropos que le dedican aquellos que, con excelente gusto, lo señalan como el más bello pueblo de La Mancha. Nada discuto pero a nada renuncio, por mucho que tantos y tantos nos fal- ten a casi todos los que aquí estamos. Todo esto lo acepto ya, sereno y sosega- do. Por eso, prendo esta noche la llama, desde este atril que el pueblo expectante pide y clama, del comienzo de la Fe- ria. Para eso he venido, tanto a sentirla como a pregonarla. Por fin, como el tic/tac del reloj ame- naza , quiero y requiero además de de- dicárosla a los presentes, enviar a los que nos faltan, a nuestros hermanos ausentes, un emotivo recuerdo y un abrazo muy, muy fuerte. Que nos haga compañeros, muy compañeros, para que todos nos sintamos... ¡Solaneros del alma!, ¡Solaneros! Extracto del pregón de feria pro- nunciado por Jesús Velacoracho Jareño el 24 de julio de 2025, en el parque La Moheda Jesús Velacoracho recibe una placa de manos de la alcaldesa tras su pregón

RkJQdWJsaXNoZXIy NTEwODM=