GACETA DE LA SOLANA 310

Gaceta de La Solana 46 Caminar y contar T eníamos desde hace mucho tiem- po una conversación pendiente con Andrés, y hasta un café o dos como ese romántico anuncio de la televisión. Café, asignatura pendiente, encuentros… todos tendremos unos cuantos y lo mejor es tomarlos hablan- do, contando, sintiendo. En poco tiem- po hemos visto a Andrés en la Casa de Castilla-La Mancha, con una actuación magnífica ante muchos paisanos en la ciudad de Cervantes en la Casa de Astu- rias de Madrid, salón lleno y asturianos emocionados, y vuelta a Alcalá nada me- nos que al centenario casino (en el que cantó la inolvidable Lolita Sevilla, y olé, también, como Andrés, en los años 50 en la película “Habanera”) con motivo de la presentación de un libro de Mariana Ro- mero Nieva. Versos manchegos junto a un “sembrador” de zarzuelas de La So- lana y su guitarra que viene de lejos, de cuna, de su padre, siempre presente. Andrés, una afición muy grande la tuya, como sabemos todos. Prácticamente desde que eché los dientes escuchando a mi padre tocar la guitarra. ¿Te gustaría que tus hijos se dedicaran a la música? Me gustaría que mis hijos disfruten con la música. ¿A quién admiras musicalmente? Yupanki, Alberto Cortez, Violeta Pa- rra, Mercedes Sosa, Canfrune…, pero so- bre todo a Diego Sevilla, mi padre. ¿Qué otras aficiones tienes? Vuelo en parapente y, sobre todo, la ra- dioafición en la modalidad de telegrafía. Y desde muy pequeño ya en los es- cenarios. Me llamaban los sábados del colegio San Luis Gonzaga para cantar en el pa- tio junto a otros niños. Era muy emotivo todo. Las queridas monjas tenían cancio- nes maravillosas y la tarde se convertía en algo cada vez más ilusionante. Salía uno con más sueños aún. ¡Ah!, la de sueños que habrá tenido el Andrés infantil, las largas charlas con su padre, en casa y en su inolvidable taberna de la Plaza Mayor. Ahí juntos tantos años, tanta barra… A los 7 años ya estaba el muchacho ayudando los domingos entre vinos y tapas ricas y saludando a los amigos que íbamos a visitarles. Recuerda Andrés que, en otra taberna, hubo otro jovencito que em- pezó como él. Era nuestra plaza y sus soportales con aquellas típicas y recor- dadas tabernas un hervidero dominical, también diario, de juntarse, encontrar- se, o sentarse a gusto como se hace aho- ra bajo el sol solanero, el frío que ni se sentía ya por el calor del ambiente tan animado que se vivía. —Andrés, cuéntanos, entre tantas cosas, algo que se te quedó grabado. —Sí, y no lo olvidaré nunca. Al cerrar, sobre la 1 o las 2 de la madrugada, y más en verano, el momento de bajar hacia casa de su mano y mi padre cantando canciones de su ídolo Pepe Marchena. —Y otras actuaciones y aquellos gru- pos musicales de los 70. —Recuerdo el Club Jace de Manza- nares donde se hacían unos recitales buenísimos con jóvenes de allí y un año en la Feria del Campo en un concurso cantando Romance de “El Pernales” y quedé en segundo lugar. Otra vez en el hotel Palace y el Ateneo de Madrid jun- to a una señorita de la ciudad cantamos a dúo “El sembrador”. Pero, siempre, y sobre todas, los recitales que hemos he- cho en La Solana y junto a compañeros magníficos como Francis Alhambra, la joven Almudena Tarazaga, maravillosa voz, hija, como sabes, de nuestro buen amigo José Antonio y residente también en Alcalá de Henares. Lo de formar par- te de aquellos grupos míticos “Parva” y “Cencibel” lo llevo en el alma. Como al siempre fiel y querido público de nues- tro pueblo. Terminamos hablando, cómo no, de las Semanas de la Zarzuela, tantas, tantos éxitos de todos, cine Cervantes, el comienzo… Tantas ganas de chicos y grandes… Media familia actuando tras él, su esposa, una hija y dos nietos. Le pedimos una foto, o dos, suyas; Andrés, tan sencillo, nos las ofrece con muchas voces y guitarras. Gracias. Luis Miguel García de Mora Andrés Sevilla, sencillamente Andrés Sevilla -izda- junto a Antonio 'Dávila', que formaban el Dúo Cencibel.

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