GACETA DE LA SOLANA 309

Gaceta de La Solana 60 Colaboraciones U n grupo-comunidad formado por María Jesús, Dori, Ana Belén y don Feliciano (sacerdote ruandés de la parroquia San Juan Bautista de la Concep- ción) emprendimos uno de los viajes que, en muchos sentidos, ha removido nuestro interior y nos ha hecho experimentar una de las más bonitas experiencias de nues- tras vidas. La aventura ruandesa, comenzó meses antes, cuando nuestro sacerdote nos ha- cía una invitación para conocer su país en los meses de vacaciones. Entre miedos y algunas dudas, decidimos dar el paso de viajar a África, un continente que desde jóvenes nos ha generado muchas inquie- tudes y deseos de conocer, pero que por circunstancias, o por esas cosas de Dios, solo Dori había visitado como cooperante internacional, trabajando como enferme- ra. Rápidamente, llegó el día. Por la noche aterrizamos en Kigali, donde fuimos muy bien acogidos, percibimos la hospitalidad africana y la paz que encierra el país. Durante 25 días de viaje, hemos reco- rrido sus cuatro puntos cardinales, pero especialmente la Diócesis de Nyundo, a la que pertenece don Feliciano, al oeste de Ruanda. Desde la capital llegamos a Birambo, su pueblo natal, donde compar- timos la primera semana junto a los sa- cerdotes que atienden las comunidades rurales de esa zona. Birambo es un área rural con pobreza extrema, pues apenas tienen recursos y viven muy dispersos en- tre las montañas, de difícil acceso debido a los caminos de tierra y piedras. La manera de subsistir en esta región es gracias a las pequeñas parcelas que cada familia posee alrededor de sus casitas de abobe y paja, en las que pueden sembrar los cultivos propios del terreno: maíz, banana, alubias, yuca, batata... El día a día está ocupado en actividades de supervivencia: cultivando, transportando a pie o en bici los produc- tos obtenidos y consiguiendo agua de las fuentes. Es sangrante la falta de recursos sociales, educativos y sanitarios para aten- der las necesidades y casi todos los que hay son regentados por la Iglesia Católica ruandesa, en la que el Gobierno delega las funciones propias del Estado. Sin embargo, el paisaje no solo mues- tra pobreza. Ruanda es el “país de las mil colinas”, donde la exuberante naturaleza se abre paso por doquier. Las montañas se pierden unas tras de otras junto a las parcelas sembradas, mostrando un mo- saico de colores increíbles. Esa belleza ambiental se combina a la perfección con los alegres colores de las telas africanas que lucen tan hermosamente las mujeres. Entre nosotras y ellas había admiración, no solo por el color diferente de nuestras pie- les, sino también por la complicidad que se podía crear al compartir sonrisas y palabras, que la mayor parte de las veces ni entendía- mos. Los niños, además, se nos acercaban y nos tocaban los brazos, sorprendidos por el tono de nuestra piel. Todos terminábamos entendiendo lo bello que son las diferencias cuando somos capaces de ver lo mejor del otro. Y pronto nos regalarían sus primeras sonrisas y abrazos. Fue precisamente en la parroquia de Birambo donde tuvimos nuestro primer contacto con la realidad ruandesa. Vimos el trabajo que hace la Iglesia en la Pastoral de Viudas. Con ellas compartimos duran- te una mañana sus tareas manuales de cestería y escuchamos sus testimonios de vida, que nos acercaron a entender las terribles consecuencias de la guerra y del genocidio. Y nos regalaron su alegría por medio de bailes, cantos y mucho cariño. También nos acercamos a madres sol- teras, niños y jóvenes, personas con VIH y coros de la iglesia. Birambo ha sido una de las experiencias más bonitas de este via- je gracias a la cercanía de los sacerdotes nativos, que nos han abierto su comunidad para compartirla con nosotras, haciéndonos partícipes de su trabajo, de su mesa, de su oración y de sus risas. Es cierto que el idio- ma ha sido una barrera en muchos momen- tos, pero cuando las ganas de conocerse y de llegar a la otra persona son grandes, todo fluye y se buscan las maneras para hacerse entender. Hemos experimentado que el le- guaje del amor y el cariño son universales, y abren puertas y corazones. Justo después de la experiencia en Bi- rambo, visitamos el Santuario de la Virgen de Kibeho, lugar de apariciones marianas que evoca mucha devoción entre las gen- tes de muchos países africanos, incluso de otros continentes, al ser la única aparición mariana reconocida por el Vaticano en toda África. Un lugar muy sencillo y tranquilo, en el que pudimos rezar a nuestra Madre y disfrutar de la paz que encierra este paraje. Tras este viaje pasamos varios días en Kibuye, justo en el centro de la Diócesis y al lado del hermoso y gran lago Kivu. En esta región visitamos varias parroquias, grupos de viudas y el trabajo de promoción agrí- cola principalmente con jóvenes y mujeres Ruanda is beautiful!!! Ana Belén Alhambra, María Jesús Romero de Ávila, Felicien y Adoración Ruiz en Ruanda.

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