GACETA DE LA SOLANA 308
Gaceta de La Solana 51 Nuestra historia con un fuerte recrudecimiento de la revuelta y el aumento de las fuerzas su- blevadas desde los 4.000 efectivos, que las formaban en un principio, hasta los 25.000. Don Juan de Austria esta- ba llevando a cabo una ofensiva para recuperar los enclaves tomados por los moriscos, con la intervención de los ter- cios llegados de Italia, al mando de Luis de Requesens. Además de los hombres que marcharon al frente, también se enviaron carros cargados con suminis- tros para el ejército. El 9 de febrero de 1570, los oficiales del concejo hablaron sobre la forma de atender la petición de los medios de transporte que de « esta villa se a de llevar a el Real del exercito de su magestad ». El ayuntamiento dictó las normas para atender la petición de treinta carros que se debían proveer, los cuales tenían que estar cargados y reu- nidos en Villanueva de los Infantes, « el domingo primero siguiente que se conta- ran doze de presente febrero ». Cada carro debía ser financiado en- tre cinco vecinos, entregando cada uno de ellos veinte reales al dueño del carro y de las mulas, lo que se tenía que pre- gonar públicamente para que « se vea de donde e como se a de proveer la paga de los gastos que a esta villa e vecinos della se an asignado en las cosas necesarias a la guerra » . En un primer momento, se consideraron los veinte reales como un préstamo hasta que se decidiera cómo costearlos. A continuación, se envió un mensajero a la Corte para obtener una provisión para repartir los gastos de los carros y bagajes a cada vecino de la vi- lla, y que dicho reparto se hiciera entre aquéllos que trabajasen, teniendo en cuenta su renta y puesto. En el caso de que no se hiciera el repartimiento entre los vecinos para cubrir los veinte reales entregados al propietario del carro y las mulas, este no tendría que devolverlos, consideran- do que se le habían dado « para siempre jamas al dicho dueño de mulas e carro para que sin que jamas los pague ». Para acompañar los carros hasta Villanueva de los Infantes, se designó al procura- dor Pero Díaz Ruiz, que debía presen- tarse ante el alcalde mayor de la provin- cia del Campo de Montiel 3 . La necesidad de armar tanto a los vecinos de la comarca, como a los hom- bres alistados para las compañías del partido que se iban a enviar a Grana- da, hizo necesaria la compra de arma- mento. El gobernador del Campo de Montiel adquirió un total de seiscientos arcabuces a un mercader, con el objeto de repartirlos por los pueblos del terri- torio, asegurándose que dispusieran de las armas necesarias para los hombres alistados para la formación de la com- pañía de la milicia comarcal. El rey autorizó al gobernador que procediera a su reparto, debiendo par- ticipar los vecinos con treinta reales y medio en su financiación. Pero final- mente, cuatrocientos de ellos tuvieron que ser enviados a las fuerzas que com- batían en el frente, y el resto se utilizó para armar a las fuerzas mandadas por el partido a la guerra, no siendo necesa- ria su distribución 4 . Por este motivo, se solicitó permiso para adquirir nuevas armas, y su com- pra se repartió entre los distintos pue- blos. En abril de 1570, se recibió en La Solana un mandato por el que se co- municaba que en el reparto realizado por el gobernador, le había tocado a la localidad la adquisición de ochenta ar- cabuces. Estas compras de armas para equipar a los soldados enviados a las Alpujarras, no eran exclusivas del Cam- po de Montiel, sino que tenían lugar en varios territorios. En febrero de 1570, el ayuntamiento de Talavera de la Reina, adquirió 35 picas, 37 ballestas y 42 ar- cabuces, para armar una compañía de cien soldados, de los cuales la mitad eran de Talavera, que habían reclutado para la guerra 5 . El 18 de abril se reunieron los oficia- les del concejo, y comisionaron al regi- dor Pero Gallego de Castro, para que se desplazase a Villanueva de los Infantes en su nombre. Allí, ante el justicia ma- yor del partido, se debía informar de la orden de su majestad por la que « se an repartido y reparten en esta dicha villa los ochenta arcabuces que en ella se han repartido y si dello lo su magestad se a dado y mandado que los vezinos los reçi- ban e paguen ». Una vez realizadas las gestiones para confirmar la orden, el ayuntamiento de La Solana se comprometió a pagar en los treinta días siguientes la adquisición de los arcabuces, mediante un reparti- miento que ya se había hecho entre los vecinos. El reparto no se realizó de una forma muy acertada, pues « ay muchas personas agraviadas », siendo necesario que « aquellos se desagravien y se repar- tan en otros vezinos que mejor lo puedan hazer ». Ello provocó que tuviera que ser modificado y realizado de una forma más justa, atendiendo a la renta y posi- bilidades de sus habitantes, de manera que el rey sea servido « y esta villa no reçiba agravio » 6 . A finales de 1570, la ofensiva contra los moriscos estaba avanzando con ra- pidez, rindiéndose un gran número de ellos. Pero la resistencia de los últimos rebeldes refugiados en las montañas, hizo necesaria la llegada de nuevas tro- pas para sacarlos de sus escondites, y organizar su expulsión de la zona. Por este motivo, se pidieron más hombres Don Juan de Austria, comandante del ejército cristiano en las Alpujarras. 3. AMLS, libro 10, acuerdos ayuntamiento de La Solana (1561-1575), 9 de febrero de 1570. 4. MORENO DÍAZ DEL CAMPO, F. J.: “El discurrir cotidiano o la convivencia frustrada: los moriscos granadinos en el Campo de Montiel”, en Cuadernos de Estudios Manchegos, 28 . Ciudad Real, 2004, p. 99. 5. BALLESTEROS GALLARDO, A. y VALVERDE AZULA, I.: “1570: Talavera en la guerra de las Alpujarras”, en Anales toledanos, 30 . Toledo, 1993, pp. 81-83. 6. AMLS, libro 10, acuerdos ayuntamiento de La Solana (1561-1575), 18 de abril de 1570.
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