GACETA DE LA SOLANA 300 MAYO-JUNIO 2023

Gaceta de La Solana 78 Especial 300 Gacetas U na frase que figura en la redacción del prestigioso diario de Estados Uni- dos The Washington Post señala: “La prensa escrita es el primer borrador de la historia”. Esa misma frase se puede apli- car a cualquier publicación impresa que ve la luz, por modesta que sea, pero que deja blanco sobre negro antes, y ahora a todo color, reflejado el día a día de una nación; o como en nuestro caso, de una localidad. Un total de cuarenta y tres años nos se- paran de la salida del número uno de la revista GACETA DE LA SOLANA. Fue en julio de 1980, un año en el que la ausencia de lluvias secó al río Azuer y, en consecuen- cia, bajó el nivel freático de los terrenos de su ribera. En esa zona, conocida como “El Tomillar”, estaba ubicada la captación de aguas subterráneas para el abasteci- miento de La Solana, ocasionando serios problemas en el suministro a la población. Faltaban todavía unos años para que se le- vantara la tantas veces proyectada presa del Pantano de Vallehermoso. Quien esto escribe, era en ese número uno GACETA redactor encargado de resu- mir noticias locales. Y en el número dos de la publicación nos hacíamos eco de esa sequía. El texto lo acompañábamos con imágenes del cauce del Azuer seco y de un charco con peces muertos debido a la ausencia de agua. Desde aquel verano, he- mos vivido años de sequía, pero también de lluvias abundantes, desbordamiento de nuestro pequeño río, pedriscos que asola- ron cosechas, nieves, heladas… Infinidad de noticias locales han apare- cido en la revista en estas más de cuatro décadas de existencia. La vida política, sindical, cultural o deportiva, el nacimien- to y la desaparición de proyectos en to- dos esos campos, los sucesos, las fotos de antaño, los reportajes, las entrevistas, las cartas al director, las colaboraciones y tantas otras secciones que se pueden recordar si se repasan las páginas de esa publicación que permanece en las heme- rotecas, no sólo oficiales, sino particula- res de muchos solaneros que conservan colecciones en sus domicilios. Si son muchos los que guardan esos ejemplares en sus casas del casco urba- no de este rincón del Campo de Montiel, lindante con la Mancha Baja, nos consta lo que supone para los muchos paisanos que reciben cada ejemplar en tantos rin- cones a los que la diáspora ha llevado, desde las muchas localidades de la ca- pital de España a poblaciones de su en- torno como Getafe, Leganés, Móstoles… pasando por las ubicadas en tierras le- vantinas, andaluzas, catalanas… Se alargarían mucho estas líneas si tu- viéramos que relacionar, una a una, todas las poblaciones en las que se recibe GA- CETA. Cada ejemplar que sale de correos supone una especie de cordón umbilical de su pueblo con los solaneros que vieron la luz a este lado del cerro de San Antón. Nos referíamos a los miles de solaneros repartidos por España, pero también a los que les llega un ejemplar de GACETA en Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, Esta- dos Unidos, Canadá o Australia, por recor- dar algunos países. Reciben así un trozo de su patria chica en esas páginas que, nos consta, releen y repasan una y otra vez, lle- vándoles a vivir el carnaval, el recorrido de los pasos de Semana Santa, los actos de la feria o la vuelta de la Virgen de Peñarroya, así como los acontecimientos deportivos, culturales, los sucesos o la actualidad po- lítica y social. A nivel local, las páginas de GACETA DE LA SOLANA serán, lo son ya, una inmensa fuente para que los historiadores analicen la evolución en cualquiera de los aspectos de la sociedad solanera. Y además, para dar a conocer el latido diario de una co- munidad, que sirve para que la ciudadanía exprese su opinión sobre temas de la ac- tualidad local, así como para recoger los trabajos que, sobre nuestro ayer, publican quienes rebuscan en los archivos y nos dan a conocer diversos aspectos de los que nos precedieron. Cuarenta y tres años, desde julio de 1980, reflejados en las páginas de los 300 números editados, que detallan la evolución de La Solana en este casi medio siglo que nos separa de aquella sociedad que mu- chos de los que han nacido después pue- den y deben conocer. Basta con repasar las páginas de esta ya histórica publicación solanera. Larga vida. Paulino Sánchez Delgado El primer borrador de la historia

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