GACETA DE LA SOLANA NÚMERO NÚMERO 296

Gaceta de La Solana 48 Caminar y contar Diego Palacios ‘Ré’, casi medio siglo con el cine en sus manos E mpieza la película. Cine Cer- vantes de La Solana. Más de cien años, y nunca de soledad (quizás los lunes, por descanso). Al principio, fue una bodega imponente, como las muchas de la villa. El protagonista, hoy, es Diego Palacios Estacio, popularmen- te conocido por todos como Diego ‘Ré’. De profesión, proyeccionista, que bien pudiera ser el título de la cinta, por ejemplo Cabalgar en solitario, que ya hubo otra, y de las que le gustan a él. Le hemos dicho al actor, bueno, al espe- cialista de la cabina, que debería haber un premio “Goya” para estos legenda- rios hombres, que empezaron muchos a los 14 o 15 años y que se han pasado la vida en el cine por dentro, aunque Die- go, “todocine” -todoterreno, como nos dirá- hacía otros menesteres varios... - No naciste en el cine de milagro… - Hubiera estado bien. Bueno, el due- ño, Jesús Onsurbe, siempre me lo decía, que era casi como un hijo para él. - ¿Entraste a trabajar a los 14 años, verdad? - Al terminar en la escuela, estuve un tiempo en una bodega para hacer recados, ir a por el correo… A veces me iba al cine a mirar las carteleras, a ver a Jesús, en una palabra. Duré poco, y me fui con un primo mío de carpintero, pero seguía pensando, y yendo, a lo que era mi ilusión, el cine. Estamos en el teléfono. Lo suyo hu- biera sido vernos en el Cervantes, como tantas veces, tantos años. Salíamos de casa, los vecinos de siempre, el saludo, un herrero en su fábrica de hoces (raro era la calle donde no hubo una; nuestro ca- riñoso recuerdo para quienes trabajaron en ellas), y, al volver la esquina, lo prime- ro que se veía era el cine, y debajo, o arri- ba por la tarde, a Diego por una puerta, o por otra, o colocando o quitando aque- llas hermosas carteleras que llenaban media pared. Allí estaba Paul Newman en El largo y cálido verano , Conchita Velasco en Las chicas de la Cruz Roja , y seguro que una de Cantinflas y otra de “romanos”. ¡Casi nada! Y nos ponemos a comentar, entre la emoción, la nostal- gia y las risas, toda una época de cine sin parar, de sesiones continuas, de funcio- nes a diario quince días seguidos por el temporal de lluvias, que “refugiaba” a los agricultores desde las 5 en punto hasta las 10 que salían… y seguía diluviando. ¡Cuánto se podría escribir de esos mara- villosos años 60, 70 y 80! - ¿Y qué tal tantas cosas desde tu ca- bina? Al menos, no era como la de José Luis López Vázquez… - Noooo, podía salir, y salía. Hubo un tiempo en que trabajó un hombre, Jaime, muy bueno y entendido, y aprendí mucho de él; al retirarse por edad, ya me encarga- ba yo. Hice otras cosas, y con gusto, como encender la calefacción de carbón, arre- glar butacas, de acomodador, de portero, y hasta alguna vez estuve en la taquilla. Y nos habla de aquellos “viejos” pro- yectores llamados Osa, Hispania, AEG, Un joven Diego 'Ré' con uno de los viejos proyectores que manejó. La recordada entrada al Cine Cervantes en un día de proyección. con mención especial a alguno porque había momentos en los que “botaba”, que

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