GACETA DE LA SOLANA NÚMERO 293

Gaceta de La Solana 50 Colaboraciones Nazarenos de Jesús Rescatado esta última Semana Santa. H ace tanto tiempo que no recuerdo la nuégados que hacía mi abuela, o alguna Aquel nazareno, que era de la Cofradía edad que tenía, ni si era Jueves San- que otra cochura que se le ocurría y que de Jesús Rescatado, permanece en mi to o Viernes Santo. Solo estoy segura tanto le celebrábamos todos. Lo de vivir en memoria, aunque no recuerde su cara o de que era de noche. Fue de esas impre- el centro del pueblo y de paso oficial del identidad cuando se quitó el capirote. De- siones que alcanzan grado de inolvidables recorrido procesional de los días grandes bía ser algún conocido y tal vez entró para al ver entrar a aquel nazareno en casa de tiene sus pros y sus contras. echar un trago de agua, o a lo mejor no mis abuelos, que sigue siendo la nuestra Y aunque eran momentos sobrios y, había empezado la procesión y vino an- ahora. quizás, más sentidos que ahora, no lo pa- tes, pero ya todo son elucubraciones. En En la infancia, son esas impresiones recían. La Semana Santa eran vacaciones cualquier caso, ahí sigue, como símbolo ante un hecho inhabitual, puntual y llama- aderezadas para los niños, con esa sensa- de esa fascinación por ellos. Añadiré, no tivo las que se graban en la memoria para ción de fiesta y encuentro con familiares, y obstante, que la comparto con otra impre- siempre, sobre todo si llevan aparejadas la sin otras connotaciones que pasarlo bien. sión indeleble: la de la visión del Santo emoción, el miedo y la fascinación. Así fue Eso no ha cambiado. Sepulcro, con el Cristo yaciente entre sus aquella noche. En esta Semana Santa del Seguimos con nuestras tradiciones, cristales, en la procesión del Viernes San- presente me ha vuelto a la cabeza. Desde recuperadas ya, aunque manteniendo la to por la noche. La oscuridad y el silencio entonces, y pese al transcurrir del tiempo, precaución, después de dos años extra- total que se hacía a su paso, para una in- los nazarenos, sobre todo los de hábito y ños y malditos que borraron la vida social fancia a ras de suelo eran perturbadores capirote negros, me siguen fascinando, y este tercero con ecos de un inexplicable y casi terroríficos, y aún hoy me hacen es- como la liturgia y puesta en escena que horror cercano que ha atenazado corazo- tremecer. Pero qué bien haber recuperado hay esos días, pero evidentemente ya no nes y ánimos. Pero hay que volver a vivir, esas emociones. como en aquel momento. a celebrar y a reunirse. Los de fe y no fe, Por aquel entonces, la casa de mis las familias y amigos, aquí y allí. Ver de abuelos era un entrar y salir de gente, fa- nuevo y sentir, cada uno a su manera, miliares, amigos, conocidos… por unas esas procesiones y liturgias, y esas im- cosas u otras, entre ellas también los presiones. Mariola Díaz-Cano Arévalo Aquel nazareno

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