GACETA DE LA SOLANA NÚMERO 292

Gaceta de La Solana 5 El Tema Cinco años de escalada La recuperación del mercado inmobi- liario en La Solana comenzó a cimen- tarse en 2017, tras tocar fondo un año antes. GACETA ya publicó un reportaje, reflejando que 2016 fue el que me- nos proyectos se tramitaron, con 220 obras menores y 88 mayores. Un año más tarde, se firmaron 244 menores y 109 mayores. Desde entonces, las obras menores bajaron, manteniéndo- se en una horquilla entre las 121 del año 2018 y las 134 de 2021. En el lado opuesto, las obras mayores comen- zaron a escalar, pasando de las 195 autorizadas en 2018 a las 257 del año pasado. El año que llevamos en curso no augura demasiado optimismo. La tendencia alcista podría dar la vuelta debido a varios factores: carestía del material, incremento del IPC, o las con- secuencias económicas que acarreará el conflicto bélico en Ucrania. Veremos qué sucede en los próximos meses. generado una cierta aceleración”. Piensa que el virus cambió el chip de muchas familias, que se animaron a acometer obras. Viviendas nuevas, segunda vi- vienda y reformas se reparten casi equi- tativamente. “El solanero que tenía aho- rrados dos duros se los ha gastado en su casa, y el que tenía un solar decidió construir”. La población joven busca su primera vivienda por cuestiones lógi- cas y otro sector más maduro ha opta- do por invertir en el ladrillo. “Muchos se han hecho una segunda vivienda, la mayoría con ‘cocinilla’ y piscina como elementos casi prioritarios”. La zona de La Solana que más se ha expandido está en función del suelo. La Veguilla o la Avenida de la Romería han crecido mucho porque los precios son más asequibles y los solares mayores, apunta el arquitecto. También tienen tirón las Viviendas de Protección Ofi- cial que oferta el Ayuntamiento en La Calzada. Por el contrario, las super- ficies ubicadas por el Centro de Salud son más caras, lo que se traduce en un menor incremento de viviendas. En el centro también levantan nuevas casas. Cualquier inmueble que se derribe en esta área debe ser construido nueva- mente por normativa. Por eso no se ven solares vacíos, salvo si son para aparca- miento público. En los últimos cinco años, La Solana ha registrado 324 visados de vivienda nueva, el muncipio con mayor deman- da de la provincia tras la capital, según datos oficiales del Colegio de Arquitec- tos de Ciudad Real. Pero eso no signi- fica, necesariamente, que aquí se cons- truyan más hogares. “Un visado puede servir para edificar un bloque de vivien- das o una sola”. “Hay localidades donde se hace un visado para 70 viviendas, mientras aquí se necesitan 70 visados para otras tantas viviendas”. Más del 90 por ciento de las vivien- das nuevas en La Solana tienen un de- nominador común: son unifamiliares o de autopromoción. El resto está de- dicado a promociones pequeñas (cinco ó seis, como mucho) y también a las VPO. “El secreto de que no haya baja- do la construcción aquí es la autopro- moción”. “Todo lo que se empieza, se acaba, y muchos constructores venden antes de acabar la obra”, subraya Abadi- llo. En otras poblaciones se construyen más bloques y adosados, y ahora “se ven muchas casas vacías y otras en esquele- tos o inacabadas”. Tomelloso es un claro ejemplo. ¿Significa esto que hay indicios de ralentización? El espectacular encareci- miento de los materiales ha encendido las alarmas en el sector. “Puede provo- car un frenazo porque el precio de una vivienda unifamiliar ha subido un 30 por ciento respecto al año pasado por la subida del material”. El arquitecto aña- de la variante bancaria. “Los bancos dan menos hipotecas y eso también retrae a los usuarios”. Un veterano constructor, José Ma- ría Romero de Ávila ‘Polo’, también ha explicado la situación a GACETA. “De momento hay mucho trabajo en el pue- blo, pero esto no tiene buena pinta y puede pegar un zapatazo”, advierte. El alza de los materiales es la clave. Alu- minio, hierro, hormigón… “Todo se ha disparado y la crisis puede venir, no se sabe dónde terminará esto”. Focaliza en grandes urbes como Madrid. “Se están cerrando obras porque empezaron a vender a un precio y ahora están en otro; si las acaban, pierden, y si no las acaban también perderán”. La mano de obra solanera aún no se resiente. Decenas de operarios con- tinúan marchando cada jornada a Ma- drid. “Van menos autobuses porque ahora van en furgonetas, pero es el número de siempre”. La construcción y empresas auxiliares tienen el presen- te asegurado, dice Polo, pero mira más allá. “Faltan albañiles, fontaneros, elec- tricistas… no hay gente joven que ven- ga detrás; ¿Quién hará esos trabajos en el futuro?”, se pregunta. El ladrillo es una herramienta po- tente para dinamizar la economía local. Facilita el asentamiento de nuevas fa- milias y combate la despoblación. Otro pilar no menos importante es la agricul- tura. “Este pueblo es agrícola, y si a los solaneros les quitas el campo, esto des- aparece”, afirma. El mundo agrario no atraviesa uno de sus mejores momentos y el polígono industrial tarda en despe- gar, algo que también podría diezmar el mercado inmobiliario. El cierre de em- presas textiles también ha influido. “La costura daba para pagar la hipoteca y algunos gastos mensuales”. La zona centro se está remozando.

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