GACETA DE LA SOLANA NÚMERO 292

Gaceta de La Solana 26 Reportaje A urelio M aroto E l último censo oficial publicado por el INE (Instituto Nacional de Estadística), correspondiente al año 2021, cifra la población de La Sola- na en 15.357 habitantes, 62 menos que el anterior (7.802 hombres y 7.555 mu- jeres). Si tenemos en cuenta que a uno de enero de 2009 se situaba en 16.511 personas -tope histórico-, se observa una caída superior al millar de vecinos en la segunda década del siglo XXI, es- pecialmente virulenta en los años más duros de la denominada ‘crisis del la- drillo’. Esta depresión contrasta con la eclosión del lustro anterior, ya que en- tre 2004 y 2009 La Solana aumentó su población en 1.079 personas. De hecho, fue uno de los municipios que más cre- ció durante los años del boom económi- co, pero también de los que más men- guó desde que explotó aquella burbuja. Con todo, los últimos datos apuntan a una atenuación de la caída poblacional. El papel de la inmigración Hay que escudriñar en las razones, tanto coyunturales como estructurales, que expliquen esta montaña rusa de- mográfica. Aquí es donde interesa ha- blar del fenómeno de la inmigración, tan dinámico durante los años de va- cas gordas. El año de mayor éxodo fue 2010, con un descenso global de 187 ha- bitantes, de los cuales 106 extranjeros. En números absolutos, La Solana per- dió 1.092 habitantes en el intervalo 2009-2020, de los cuales más de 700 eran extranjeros; exactamente 718, aun- que la falta de salidas laborales también han ‘mordido’ en la población nativa. Dejando a un lado el saldo migrato- rio, debemos fijarnos en el saldo natu- ral (nacimientos y defunciones). Una estimación vaticina que la población del municipio en 2024 será de 15.100 habitantes, aunque la tasa de natalidad se mantendrá en torno al 9,7 por mil, incluso la fecundidad de las solaneras se Impulsar sectores productivos Los síntomas de agotamiento económico en algunos sectores parecen evidentes y tienen su traducción en la pérdida de habitantes. A día de hoy, aproximadamente la mitad del peso económico de La Solana está en manos de la agricultura y la construcción. Los servicios han crecido en los últimos años, sobre todo en hostelería y alojamiento, no así en el pequeño comercio, diezmado por las compras online. Se echa en falta el músculo del sector secundario: la industria, aunque no faltan ejemplos relevantes como la fábrica de hoces La Pajarita, con 50 empleados, o la cooperativa de madera Losal, que aglutina a 49 socios-trabajadores. Sin embargo, es la industria agroalimentaria la que más peso –y posibilidades- tiene en la localidad a día de hoy, habida cuenta de su acrisolada experiencia en la producción de queso, pan, vino, aceite o carne, incluso azafrán, con un tráfico gourmet en expansión. GACETA ya publicó un reportaje en el número anterior dedicado a este segmento, que genera varios centenares de empleos en La Solana. Conviene explorar políticas de promoción y apoyo a este sector de manufactura terminada. Por un lado, campañas de marketing, imagen y búsqueda agresiva de nichos de mercado. Por otro, suelo industrial en abundancia y facilidades (económicas y burocráti- cas) a la hora de captar a nuevos emprendedores. Tal es el desafío. La pérdida de población sigue, aunque se atenúa elevará del 1,5 al 1,6, o sea, una décima. Con todo, será insuficiente para reno- var las generaciones. No deja de ser una hipótesis. La llamada ‘España vaciada’ es una expresión de cliché que admite muchos matices. Se puede aceptar en según qué circunstancias. La Solana no entra en él por su volumen poblacional actual, por su tejido empresarial, sus servicios pú- blicos y sus vías de comunicación, pero la relación causa-efecto entre la caída poblacional y las oportunidades labo- rales existe. La Solana ralentiza su caída poblacional.

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