GACETA DE LA SOLANA Nº290 - SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2021

45 Gaceta de La Solana Nuestra historia cisco de Ayllón, solicitara una tasación más detallada, que hicieron el 14 de junio de 1527 Alejo Martín, Luis de Béjar y Martín de la Torre, y supuso el aumento de un 20% del valor de la casa. Como vemos, las mujeres no solo eran propietarias, también tenían ca- pacidad para reclamar sus derechos, consiguiendo abrir nuevas diligencias para obtener un justo precio por la ex- propiación de sus bienes 3 . En la docu- mentación consultada, en octubre de 1594, también aparece Elvira Díaz, al informar sobre unos frailes de la orden de San Francisco que se hospedaron en su posada, Nos indica que se ocupaba de su gestión 4 . A finales del siglo XVI y comienzos del XVII, dos mujeres aportaron una parte importante de su capital para atender a los pobres que no dispusie- ran de dinero o grano con el que ase- gurar su manutención en momentos de escasez, o para adquirir una imagen que mejorase el patrimonio de la igle- sia, dando la casualidad de que ambas se llamaban igual, pudiendo diferen- ciarlas gracias a los nombres de sus maridos. María Díaz, mujer de Juan del Pozo, puso como beneficiarias en su testamento -leído el 21 de julio de 1591-, entre otras personas, a Elena Díaz “la Roldana”, viuda de Bartolo- mé Roldán, a la que dejó una viña de 700 vides en el camino del Puerto de Ambrosio, y a su criada Catalina, hija de Francisco López de los Santos, a la que entregó un haza de fanega y media; además, fundó una memoria y pósito. Los pósitos eran instituciones que na- cieron en el siglo XV y se desarrollaron en el XVI para solucionar los periodos de penuria y hambre que azotaban a los más débiles. Su función era bené- fica, pues servía como almacenamien- to de trigo y reserva en los tiempos de carestía, prestando el grano para la nueva cosecha y evitando que los agri- cultores fueran presa de especuladores y usureros, previniendo la amenaza de hambrunas; regulaba el precio del pan, garantizando su abastecimiento a un coste asequible. Los pósitos eran alen- tados por los poderes locales y comar- cales, aunque su labor era reforzada por otros privados o píos, que se fun- daban generalmente por una voluntad testamentaria para alivio de pobres, como en este caso. María Díaz encargó que con “la mi- tad de bienes que a mi pertenezieren” se comprasen doscientas fanegas de trigo y se pusieran en una cámara con una puerta de tres llaves; una custodiada por el alcalde ordinario más antiguo, otra por el cura y la tercera por su her- mano, Juan Díaz de Elvira Díaz. El trigo se vendería “en pan cozido” y las ganan- cias se debían distribuir entre los nece- sitados, “dando siempre a la gente mas pobre el dinero que se sacara” y que se procurase aumentar el caudal del pósito buscando siempre el “mas aprovecha- miento de los pobres”. La buena gestión de Juan Díaz hizo que el trigo acumulado fuera aumen- tando, de forma que en las cuentas de 1606 había 313 fanegas y en las de 1609 llegaron a 450. El pan se vendía a lo “menos que valiere y que los pobres sean beneficiados”, sobre todo, en los mo- mentos anteriores a la siega, cuando el trigo escaseaba y los especuladores se aprovechaban de la situación 5 . Cuando el pósito fue revisado por los visitadores en 1609 observaron cómo se “an tenido en buena custodia las trescientas y treze fanegas de trigo del deposito…lo han dis- tribuido entre los pobres de la dicha villa quando a avido necesidad”. La otra mujer que hemos citado fue María Díaz, la cual dejó escrito en su testamento que a su muerte se realizara una imagen de bulto de Nuestra Señora de la Soledad, antecedente de la actual. La imagen esculpida se instaló en Santa Catalina, pero al no tener un lugar espe- cífico se trasladaba de un sitio a otro, lo que fue considerado por los visitadores santiaguistas, en abril de 1609, como algo “con mucha yndecencia por no tener tabernáculo ny altar”. Hablaron con su marido, Alonso González Ramírez, al que propusieron pagar la construcción de un tabernáculo y que así pudiera re- saltar en un espacio apropiado en el que no “la anden mudando de una parte en otra que demas de la yndecencia se estra- ga la imagen”. El donante no tendría de- recho sobre el altar y tabernáculo, pero aumentaría el prestigio de su mujer por “el renombre de averlo dado a la yglesia”. Aceptó gustoso. El acuerdo fue realizar un taberná- culo lo suficientemente grande “para poderse decir misa en el…y la labor del se haga a contento y satisfacion del cura desta villa y de uno de los alcaldes ordinarios”. El lugar elegido fue según “como entran a la pila de baptiçar a la mano derecha en la pared que cae a el osario y en el hueco de la dicha pared faga el tabernáculo del alto y ancho que fuere necesario”. Por otro lado, las mujeres también administraban a veces las fundadas por sus familiares, como sucedió en la mis- ma época con Catalina Díaz Peñuelas, patrona de la memoria fundada por Alonso Sánchez Pastor 6 . Ana González, patrocinadora de las pinturas de San Sebastián 3 AHN, Archivo Judicial de Toledo, Santiago, legajo 21013, autorización para el ensanche de la plaza mayor de La Solana, 1524-1530. 4 Archivo Municipal de La Solana (AMLS), libro 17, libro de decretos del ayuntamiento (1593-1596), acuerdos de 31 de octubre de 1594. 5 AMLS, libro 6, patronato y pósito de María Díaz (1591-1660). 6 AHN, Órdenes Militares, legajo 4486, visita de 1609, La Solana, folios 103v, 104v, 137 y 137v.

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