GACETA DE LA SOLANA 279

71 Nuestra historia sueldo de un pastor o guarda de gana- do, 60.500 en la manutención de los 11 hombres contratados (3 reales diarios), 3.000 en diez carretas para el acarreo de las mieses, 2.000 en mejoras y reparos, 45.000 para 300 fanegas de trigo para empanar las tierras de barbecho, 30.000 para la siega de las 300 fanegas de siem- bra cada año, 2.500 en escardas, 1.000 en soguillas y utensilios de trilla y era, junto a 2.500 para el basureo de tierras e imprevistos. Estos gastos se reducirían en el segundo quinquenio y siguientes en 25.000 reales (22.000 de los bueyes y 3.000 por los carros, de los cuales solo se debería reemplazar una parte). Calculó los ingresos considerando que un año sería malo y no se recogería nada, dos medianos con 8 fanegas de tri- go por cada una de tierra y dos buenos de 16 fanegas, lo que sumaría unas 48 fa- negas por quinquenio, que daría unas 10 anuales. La suma serían 3.000 fanegas anuales de trigo, calculando los precios en 24 reales cada una en los años abun- dantes, 35 en los medianos y 50 en el malo, daría una media de 30 reales, que multiplicados por las 15.000 fanegas del quinquenio supondría 450.000 reales, a lo que se sumarían 20.000 obtenidos por la paja, y 9.000 de los bueyes ven- didos para carne, por encontrarse lasti- mados o enfermos. Restados los gastos de los ingresos, supondría una utilidad líquida de 278.000 reales por quinque- nio (55.600 anuales). La rebaja en los siguientes quinquenios aumentarían los ingresos hasta los 60.600 reales, que se podrían invertir en el descubrimiento de aguas, la disposición de riegos, plan- tío de árboles, composición de caminos, obras civiles de utilidad, mejoras sani- tarias, la planificación de fábricas para dar ocupación a las viudas, doncellas y jóvenes, la construcción de hospitales o ayudas a los agricultores que debieran renovar sus caballerías y aperos. Pero el proyecto no acababa ahí. El autor demostró un perfecto conocimiento de las nuevas mejoras de cultivos realizadas por autores españoles (Bernardo Ward, Mariano Nifo, José Antonio Valcárcel, Alonso de Herrera, Diego Gutiérrez de Salinas) y extranjeros (Jethro Tull, Du- hamel du Monceau, Dupuy). Valoró que utilizando sus métodos que consistían en cultivar una misma tierra todos los años sembrándola en líneas de 2 surcos y barbechándola al mismo tiempo entre los claros de espacios de 5 o 6 surcos, uti- lizando un arado de varas llamado forcat con una sola caballería, se podría doblar la producción, con lo que la utilidad as- cendería hasta 123.000 reales anuales. Incluso hizo un estudio para extender ese sistema a los propios del Común del Campo de Montiel, lo que hubiera su- puesto unos ingresos de 159.716 reales anuales a cada uno de sus pueblos 2 . El otro proyecto se debió a Juan Bautista Alberola. Nacido en Valencia en 1762, fue bachiller en Artes, profesor en ambos Derechos, Capitán de Guerra y Abogado de los Reales Consejos. Carlos III le con- cedió la vara de alcalde en Motilla de Pa- lancar y La Solana, Carlos IV la de Villa- robledo y el corregimiento de Bujalance, y Fernando VII la alcaldía de Andújar, siendo finalmente magistrado honorario de la Audiencia de Sevilla. Fue nombra- do alcalde mayor de La Solana el 29 de julio de 1788, manteniéndose en el pues- to hasta febrero de 1795, cuando se tras- ladó a Villarrobledo con el mismo cargo. Durante su mandato reparó en 1790 las cárceles de La Solana, “ampliándolas con la discreción conveniente a la seguridad y comodidad de los presos” y promovió una Junta de Caridad con el nombre de San Carlos, cediendo para sus fondos el salario de la subdelegación de rentas, y redactando sus estatutos, los cuales re- mitió al Consejo de Castilla, siendo de- vueltos con grandes elogios 3 . La Sociedad Económica y Junta de Ca- ridad de La Solana tenía unos estatutos con 39 artículos aprobados por la So- ciedad Matritense el 1 de septiembre de 1790. Pretendía socorrer las necesida- des del pueblo, en especial de las mu- jeres, obligadas a mendigar o morir de hambre por falta de trabajo y sustento. Su objetivo era promocionar las manu- facturas locales, dando trabajo a los po- bres, “empleándolos en maniobras pro- pias de su capacidad, proporcionadas a las maestría de sus naturales”, centrán- dose en la confección y en productos de fácil salida y mercado como tejidos para fardos y “otros groseros de lana”. La financiación se obtendría de varias fuentes: 60 reales anuales por cada miembro de la sociedad; el producto de varias obras pías; los fondos ofrecidos por el apoderado del duque de Parma, titular de la encomienda; limosnas par- ticulares que se dedicarían a curar en- fermos del hospital; y los fondos de los propios y el pósito de la villa que espe- raban conseguir del monarca. Las manufacturas se establecerían en edificios religiosos en desuso, como las ermitas de San Sebastián, la Concep- ción y San Miguel, previa negociación con sus patronos y cofradías. Habría un notable ahorro al no utilizar los fondos para el alquiler de edificios. Las primeras materias primas para el negocio serían adelantadas por los la- bradores, lo que suponía que los gastos del proyecto eran mínimos. Los traba- jos se harían con separación de sexos, dando preferencia a la contratación de mujeres de estado honesto (solte- ras) e impedidas, para no perjudicar a la agricultura y los trabajos artesa- nos, al aumentar los salarios por falta de mano de obra. El proyecto estaría dirigido por una junta particular, for- mada por el alcalde mayor, el párroco, un diputado del clero, un regidor, dos diputados, un contador y un secreta- rio, reuniéndose una vez al mes en las Casas Consistoriales. Los socios acudi- rían sin derecho de voto 4 . Tanto en su proyecto como en otros escritos, Alfonso Tabares mantenía un pensamiento fisiócrata, que establecía que la riqueza de un país dependía más de su capacidad de producción que del comercio exterior, primando el aumen- to de la actividad agraria. Juan Bautista Alberola tenía una visión más mercan- tilista, dando mayor importancia a la producción manufacturera y al comer- cio, y destacando la necesidad de esta- blecer industrias locales para obtener un valor añadido a las materias primas. En estas líneas hemos podido consta- tar cómo la llegada de ilustres y des- tacadas personas para ocupar cargos en La Solana, impregnadas de las ideas ilustradas del momento, favoreció la redacción de proyectos de mejora de la agricultura y la industria local, que de haberse llevado a cabo hubieran su- puesto una auténtica revolución eco- nómica y social en la localidad. 2 Memorial literario instructivo y curioso de la Corte de Madrid, nº 38 . Febrero de 1787, pp. 179-194. 3 “Extracto de los méritos de don Juan Bautista Alberola, magistrado honorario de la Audiencia de Sevilla, presentado en la secretaria del Consejo de Estado y Gracia”. 14 de mayo de 1820. Biblioteca de la Universidad Complutense. 4 Archivo de la Sociedad Matritense de Madrid (ASMM), legajo 89, expediente 24; transcrito por BARREDA FONTES, J.M. y CARRETERO ZAMORA, J.M.: Ilustración y reforma en la Mancha. Las Reales Sociedad Económica de Amigos del País. CSIC. Madrid, 1981, pp. 196-198.

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