GACETA DE LA SOLANA Nº273 BAJA

Gaceta de La Solana 7 Festival de Cine y Vino y yo jugaba a las máquinas en unos recreativos que había en el Cristo del Amor”. “La piscina, la feria en el antiguo pajero, el cine, aquellos helados de fre- sa…”. Y el cine, sobre todo el cine. “Mi madre venía mucho al Cervantes a ver películas y yo heredé esa afición, está claro”. Pero creció, crecieron sus primos y La Solana se fue alejando por razones lógicas. “Volvía de forma esporádica y recuero ir a aquella discoteca tan gran- de que había en el parque…mmmm. ¡Eso, la Milenium! Conocía el festival de La Solana desde hace años. “Me hablaba mi familia y lo veía en la Gaceta”. Ufano, afirma que es un festival que se conoce entre la gente del cine. “En el mundo de los cortos es un festival relevante, tengo amigos que me han dicho que habían estado en un festival en La Solana, y yo les respondía ¡es que La Solana es mi pueblo!”. Alma de director Carlos se sincera cuando le pregunta- mos por sus inicios en el cine. “Desde muy pequeño soñaba con ser director, pero no sabía cómo hacer una cosa tan grande ni tenía contactos en la in- dustria”. “Entonces, desde los 16 años comencé a desarrollar la faceta de ilus- trador y me olvidé un poco del cine”. Hasta que su vocación cinematográfica no aguantó más tiempo encerrada. Fue entonces cuando cogió su Panasonic y se puso a rodar. Primero Maquetas, lue- go Michirones, y más tarde Don Pepe Popi. Entre los dos primeros y el ter- cero, su primer largo, Diamons flash, cinta en la que ya desvela su inclinación por el cine de misterio. En realidad, Carlos Vermut es versátil en materia de géneros. “Me gustan to- dos porque todos tienen obras maes- tras. Me gusta el cine de misterio, el dra- mático, el costumbrista, el fantástico…”. Donosti, la consagración En 2014 llegó la consagración. La se- gunda película con su rúbrica, Magical Girl, acabaría por convertirse en una es- pecie de ‘opus magnum’. Otra cinta im- pregnada de intriga que retrata el lado más oscuro del ser humano. Conquistó el Festival Internacional de San Sebas- tián logrando la codiciada Concha de Oro a mejor película y la Concha de Plata al mejor director. Un espaldara- zo brutal que no llegaría solo. Bárbara Lennie logró un Goya como mejor ac- triz protagonista, amén de otra media docena de nominaciones. El universo del cine se abrió de par en par. “Magical girl fue más que nada un impulso para que la gente te conozca y, sobre todo, conozca tu trabajo”. “Y un reconocimiento así también te reafirma en tus dudas sobre si eres capaz de de- dicarte a esto”. “Cuando te acercas a la cuarentena está bien que tomes decisio- nes sobre lo que vas a dedicarte en tu vida”, bromea. Sin embargo, no tiene claro qué cine de- sea hacer en adelante, “y la verdad es que pienso mucho en ello”, reconoce. No ob- via que la industria ha cambiado por mor de los tiempos. “Ya no es hacer la película y exhibirla en una sala, ahora la gente la ve en casa a través de Netflix u otras pla- taformas”. “Entonces te planteas si hacer películas que justifiquen el formato de la pantalla del cine”. “He despejado la in- cógnita de que quiero hacer cine, pero no qué tipo de cine”. De momento, volver a dibujar cómic está lejos. ‘Hago películas que siento’ Se le ve un tipo tranquilo y de res- puesta rápida, ágil. Cuando le pregun- tamos por lo más prosaico, no ocul- ta que a nadie amarga un dulce si le citan palabras como ‘Goya’ u ‘Óscar’. “Sueño con todo porque todo eso es bonito y maravilloso; otra cosa es si desarrollo mi carrera para llegar allí, y entonces te diría que no. No me sien- to a escribir un guión pensando en un Goya o en cualquier otro premio”. “Lo ideal es hacer la película que el cuer- po te pide hacer, hago películas que siento”. Por ejemplo, Quién te cantará, su ter- cer y último largo estrenado este mis- mo año. Un relato dónde aflora cómo somos. ¿Y cómo somos?, le pregun- tamos. “Somos una mezcla entre lo que existe dentro de nosotros y lo que existe fuera”. “Entre nuestra carga ge- nética y los factores externos”. “Entre ese diálogo estamos”. Vamos terminando la entrevista. Car- los mira alrededor y reflexiona: “Bus- co un sitio tranquilo para escribir y La Solana lo es”. Una tarde soleada de primavera al abrigo de los árboles del parque, quizás. “Me ha hecho ilusión volver y, sobre todo, formar parte del pueblo y de su historia cultural, de eso me siento muy orgulloso”, insiste. Tener pueblo, tener patria chica, es una suerte. Y para un solanero, es una suerte tener a Carlos Vermut. En el corredor de balcones del Ayuntamiento

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