GACETA DE LA SOLANA Nº273 BAJA

Gaceta de La Solana 67 Nuestra Historia Cuando dejaron de apare- cer en las pantallas, ambas continuaron con su carrera artística, pero en el campo de la música. Marisol se re- tiró voluntariamente y sigue apartada de la vida pública desde hace muchos años. Peor suerte personal que Marisol tuvo Rocío Dúrcal, quien fallecía tras una enfer- medad contra la que estuvo luchando mientras pudo, continuando con su carrera musical con temas tan po- pulares como las “Ranche- ras”. Precisamente con esos temas mejicanos recorrió España, visitando La Solana en la feria de 1978, actuan- do en la recordada terraza “Inma Park”. PILI Y MILI Pero las empresas cinema- tográficas quisieron seguir con el filón de chicas jóve- nes y a las pantallas llega- ron, entre otras, dos gemelas como “Pili y Mili”, que, si bien triunfaron, no llegaron a alcanzar el éxito de las an- teriores. Recordadas son las películas “Whisky y Vodka”, con un argumento en el que aprovechando la guerra fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética situaban a cada una de las hermanas en esos países. EN LA PANTALLA DEL CINE MODERNO Volviendo a la proyección de las películas en La Sola- na, entre los cines con que contaba por aquellos años la localidad sólo proyectó las de Marisol y Rocío Dúrcal la empresa de Vicente Marín García Catalán “Gafas”, que regentaba el Cine Moderno y el Cine Terraza del Moderno. La primera de las películas que se proyectó fue “Un rayo de luz” de Marisol, con lle- nos completos en el local en todos los pases que se rea- lizaron. Aunque la película parecía que estaba destina- da al público infantil, a las proyecciones acudía toda la familia, por lo que viendo el éxito conseguido, tanto aquí como en toda España, la em- presa “Suevia Films Cesáreo González” continuó con una serie de películas que, bajo la dirección de Luis Lucía, si- guió llegando a las pantallas de toda España y, cómo no, a las de La Solana, con un enorme éxito de público. Las filas de gente para conse- guir las entradas eran enor- mes, sobre todo en las maña- nas de los estrenos, cuando se aglomeraban infinidad de personas delante de las pequeñas taquillas que en- tonces se encontraban en la parte del edificio que daba a la calle Pacheco. BUTACAS DE MUELLES Hasta la inauguración del Cine Moderno, las sillas de los cines de la localidad eran de madera. Pero las instala- das en el nuevo cine fueron de las que entonces se de- nominaban “de muelle” o “blandas”, que se decía po- pularmente. Ello significaba que el espectador que acudía a lo que se conocía como “butaca” estaba muy cómo- do, en comparación con la dureza de las tablas del “ga- llinero”, donde nadie tenía su espacio personal, pues cuan- do se acumulaban muchos espectadores la gente decía que los asistentes estaban como las “sardinas de cuba”, Cartelera original de la película ‘Tómbola’ Marisol fue un fenómeno social en la época en comparación con las ca- jas en las que se expedía ese alimento también conocido como “cubanas”, apretadas en las cajas unas encima de otras. Pero el Cine Moderno conta- ba además con otro espacio en la parte alta del local, lo que se conocía como “an- fiteatro”, un lugar con dos filas de butacas individuales “de muelle”, similares a las butacas de la parte baja, di- ferenciadas de las tablas del “gallinero”. LOS PROGRAMAS DE MANO La forma de promocionar por aquellos años sesenta del pasado siglo las pelícu- las era colocando las “carte- leras” en distintos puntos de la población y con los deno- minados “cuadros”, que eran fotogramas de cada pelícu- la que se colocaban en la puerta de los cines. Además, era habitual que sábados y domingos se repartieran por las calles los pequeños programas de mano, que anunciaban la proyección con una copia de la cartele- ra principal de cada película y, a veces, por el anverso y realizado en las imprentas locales, el horario y algún dato más, aunque en otras ocasiones sólo aparecía el sello con el nombre del cine y si era o no autorizada para todos los públicos. Eran formas de anunciar los espectáculos, en este caso el cine, que han pasado a la his- toria, si bien las “carteleras” aún se pueden contemplar en nuestras calles anuncián- donos las proyecciones de cada fin de semana. Pero aquellos pequeños progra- mas ya son historia para los coleccionistas que conservan buen número de ellos muy bien catalogados.

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