GACETA DE LA SOLANA Nº269

Gaceta de La Solana 42 Colaboraciones E n mi juventud y en los largos atarde- ceres de invierno en la quintería, al amor de la lumbre y con tenue luz de un candil, los gañanes contaban historias de brujas, apariciones, duendes y fantas- mas, que a los muy jóvenes, como yo, nos parecían verdaderas y nos ponían los pelos de punta. Hablaban de las almas en pena, que eran los espíritus de los muertos que vuelven a espiar faltas. Muchas personas no pasaban cerca de los cementerios ni sitios donde ha habido muerte reciente. Cuando alguien fallecía en el campo por accidente, por ejemplo un rayo o de repente, decían que el alma quedaba en el sitio. De aquí na- ció la costumbre de colocar una cruz en el lugar, rezar un padrenuestro al pasar a lado de la cruz y añadir una piedra al pie. A los años bisiestos se les atribuían cosas extrañas. En toda la provincia de Ciudad Real los nacidos en bisiesto vivirían mu- chos años. Aún recuerdo algunos refranes que decían: ‘Año bisiesto, cada cepa un cesto… echa en ganado el resto… echa en ganado y no en sembrados… o pocos huevos en el cesto’. Y con el 13 y martes contaban unas historias tremendas, con lo de ni te cases ni te embarques. En mi familia de labradores seguían la predicción de las cabañuelas. O sea, los fenómenos meteorológicos para el año siguiente. Consistía en observar la tempe- ratura y el estado del cielo cada día uno de los primeros doce de agosto, que co- rrespondían a los meses del año. Algunos campesinos añadían las cabañuelas de re- torno, del 13 al 24, pero en orden inverso, es decir, de diciembre a enero. Entre la gente del campo había infinidad de refranes y casos que aquellas buenas personas interpretaban a su manera, pero lo que más llamó mi atención y preocupa- ción fue el llamado mal de ojo . La mayoría de las madres se hacían con la oración para no tener que ir tantas veces a la seño- ra que las decía. En cuanto el niño se en- contraba mal, con fiebre o diarrea, la culpa la tenía el mal de ojo . Había que echarle la oración, que decía así: ‘Santa Ana parió a la Virgen, Santa Isabel a San Juan, y como estas palabras son ciertas y ver- daderas, el señor te quite de cuantos males tengas. Si los tienes en los pies, el Glorioso San Andrés; si los tienes en el vientre, la Virgen y San Vicente; si los tienes en el cuerpo, el Santísimo Sacramento y las tres personas de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espí- ritu Santo; si los tienes en la garganta, San Blas; en la boca, Santa Apolonia; en la cabeza y en los ojos, Santa Lucía y San Ambrosio y la Gloriosa Santa Elena. Cristo vive, Cristo reina, Cristo te quite de cuantos males tengas. El Señor sea contigo, la flor donde nació, las Almas del Purgatorio y la Cruz donde murió’. A continuación se rezaban tres padre- nuestros y todo el proceso se hacía cuatro veces al día, antes de las 8 de la mañana, antes de las 12, antes de la 8 de la tarde y a las 12 de la noche. Y ahora repito la pregunta: ¿Somos los solaneros supersticiosos? Habrá de todo, pero hasta los años 60 del siglo pasado sí los había. Hoy, en pleno siglo XXI, no tanto. En eso, como en tantas otras cosas, tam- bién hemos avanzado. G abriel J aime P rieto Madrid ¿Somos los solaneros supersticiosos?

RkJQdWJsaXNoZXIy NTEwODM=