GACETA DE LA SOLANA Nº273 BAJA

Gaceta de La Solana 6 Festival de Cine y Vino A urelio M aroto P or las venas de Carlos López del Rey (Madrid, 1980) corre sangre manchega. Sangre solanera. Y eso es sinónimo de tenacidad, de perseve- rancia. También de audacia. Echando un vistazo a su ejecutoria profesional, lo ad- vertimos fácilmente. Su primera película, Diamond flash, es un indicador perfecto. Cuando vio que las productoras echaban su guión a la papelera se dijo algo así como “¡no problem!, creo la mía y lanzo la peli”. Ocurrió en 2011, cuando Carlos Vermut (el apellido es artístico) era todavía un ci- neasta en ciernes. Uno más de la jungla. No hacíamucho que había rodado un par de cortos con una rudimentaria cámara Panasonic GH2. “Hice aquella primera película y en este mundo me quedé”. Barba larga, ojos azules y atuendo oscu- ro. Carlos recibe a GACETA en la pla- za. La mañana es clara y agradable. Día perfecto para hacer fotos. Subimos al corredor de balcones del Ayuntamiento, donde el sol del invierno es agradecido. “¡Qué bien se ve la torre desde aquí!”. De camino a la entrevista, hablamos de La Solana. “Se ve ambiente en el pueblo, aquí se vive bien, tranquilo”, nos dice. Asentimos, por supuesto. Dos cafés solos, con hielo, acompañan nuestra conversación. “Ha sido una experiencia bonita volver, la última fue hace diez años por el entierro de mi abuela Ma- ría Lourdes”. “Me ha gustado ver que el pueblo no ha cambiado en su esencia arquitectónica”. El olor de la casa… Se le ve cómodo. Pocas veces le pre- guntan por sus raíces. Quien responde es un adulto que frisa los cuarenta y pasó los veranos de su infancia en es- tas calles. Veranos enteros. Habla con propiedad. “Iba a menudo al cine [Cer- vantes] y es una suerte que La Solana sea de los pocos pueblos de alrededor que tenga ahora un cine así”. Se refiere al denominado Centro Tecnológico de Audiovisuales, donde la tarde anterior había recibido el homenaje del Festival de Cine y Vino y había exhibido su últi- ma película, Quién te cantará. “Uno va donde le lleva el corazón”, había dicho ante una sala llena. Lugar donde también reveló lo que más le ha- bía llamado la atención de su vuelta, “el olor de la casa donde vivía, es el mismo de siempre”. Esa casa manchega, tan tí- pica, con su patio y mucha decoración religiosa. “Me daba impresión y hasta miedo ver aquellos cuadros oscuros de un Cristo crucificado y todo eso…”. Eran siete u ocho primos y coincidían en verano. Todos. “Íbamos al parque ‘Mi madre iba mucho al Cine Cervantes y yo heredé la afición’ Carlos Vermut, de madre solanera, regresó al pueblo que le vio crecer en verano con ocasión del Festival de Cine y Vino. El laureado cineasta estuvo con GACETA. Carlos Vermut con sus padres, Carlos y Petra, en la Plaza Mayor

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